‘Experimento Mp3’ en el marco del festival de videojuegos de Bilbao
Fuente: deia.com
Centenares de personas participaron el sábado en una 'Performance' que recorrió las calles de Bilbao. El evento se enmarca dentro del festival de videojuegos hóplay.
La segunda edición del Festival Internacional de Videojuegos hóPlay 2011 abrió sus puertas el pasado viernes, albergando para este año con una amplia oferta entre exposiciones, talleres y conferencias. Entre el surtido programa, una de las iniciativas destacó notablemente y resulto ser, además, una de las grandes novedades para esta edición. Se trata de la performance que llevaron a cabo el colectivo con sede en Nueva York, Improv Everywhere. Expertos en los denominados flashmob, este grupo de "bromistas urbanos", como así se autodenominan, han llevado por distintas ciudades de todo el mundo sus curiosas "misiones": el día sin pantalones, gente paseando perros invisibles o personas congeladas en la Estación Central de Nueva York.
El Sábado y ante la atónita mirada de gente ajena al evento se reunieron cientos de personas en la Alhóndiga de Bilbao. Su único objetivo: pasarlo bien y crear escenas insólitas y llenas de caos. Durante cuarenta minutos, un ejército voluntario recorrió las calles de la villa, pertrechados con paraguas de colores y reproductores Mp3. De estos últimos, recibían instrucciones de una misteriosa voz que decía llamarse Bruno.
No importaba que fueran desconocidos, todos se reunieron allí para lo mismo, convertirse por un momento en actores y utilizar la ciudad como escenario. Minutos antes de dar comienzo la experiencia, la Alhóndiga presentaba en el Atrio de las Culturas una apariencia que para nada dejaba entre ver lo que allí se iba a originar de un momento a otro. Grandes grupos de personas comenzaron a inundar el centro cultural, muchas de ellas tratando de ocultar su participación.
Los últimos instantes de la cuenta atrás dejaron paso a un incipiente nerviosismo. El alboroto que generaba toda una muchedumbre dejó paso a un estadio menos escandaloso. Los participantes se centraban en el hilo musical del principio y una voz "omnipotente" les invitaba a rascarse la cabeza. Este fue el gran indicativo de la complicidad generada entre ellos y que pronto mostraría una sintonía cargada de buen rollo y sonrisas.
EMPIEZA EL JUEGO
Tras unos breves calentamientos dio comienzo el primer juego, un clásico: Simon dice, solo que en este caso era Bruno dice. Tras este primer contacto era hora de ajustar la brújula de los asistentes. Bruno decía una localización y la gente debía señalar hacía el punto en el que se encontraba dicho lugar: el Museo Guggenheim, el Polo Sur o Nicaragua fueron algunos ejemplos. Quedó claro que la orientación de los asistentes no era su punto fuerte. Llegó la hora de salir del edificio y con ello el primer destino: Plaza Moyúa. Este es el sitio donde tendría lugar el segundo juego. La Alhóndiga se fue desalojando poco a poco y en ese mismo instante la gente comenzó a abrir sus paraguas.
Las calles se convirtieron en un arcoíris de colores y las anécdotas se fueron sucediendo en un camino a trompicones. Aquellas personas que no participaron al evento se quedaron pasmadas ante la singular situación en la que se encontraban. Algunas de ellas llegaron incluso a alzar las manos en busca de una lluvia inexistente, lo cual, desembocó en toda una explosión de carcajadas. El recorrido fue amenizado por música funky, un ritmo muy tranquilo, quizás demasiado. La gente comenzó a correr, en vista de que Bruno daba por sentado que se había llegado a Plaza Moyúa. El segundo juego -quedarse petrificados como estatuas-, quedó de esta forma segmentado entre los que se encontraban a medio camino de su objetivo y los que ya lo habían alcanzado.
LA MARCHA BILBAINA
La segunda y última localización de este particular recorrido culminaría en el Parque de Doña Casilda. En esta ocasión, Bruno instó a su complaciente público a dirigirse al objetivo en una especie de marcha militar, apoyando el paraguas sobre su hombro, como si de un fusil de tratara. En este emplazamiento se sucedieron las situaciones más ocurrentes de toda la experiencia: desde seguir al guiri de turno formando una fila detrás de él, al ritmo de follow the leader, hasta asistir a un partido de baloncesto donde jugadores y público permanecían en silencio y se movían a cámara lenta. Otra situación cómica fueron la carrera de personas-pato o la clase magistral de arte cuyo objetivo era retratar a alguno de los participantes.
El broche al acto lo cerró una batalla épica entre los ejércitos rojo-verde y amarillo-azul que terminó con todo el mundo tirado por el suelo. Bruno se dejaba oír por última vez: "cierra los ojos y trata de capturar por un segundo, el momento más divertido que has vivido". El caos siempre precede a la calma y era hora de atesorar los momentos vividos. Una experiencia que, a buen seguro, no dejó indiferente a nadie.
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