Familia numerosa busca piso donde quepa
GARAUn 32% de las casi 4.000 familias vascas asociadas a la Federación de Familias Numerosas Hirukide disponen de menos de 15 metros cuadrados por persona, es decir, viven en «infrapisos», según establece el propio Gobierno de Lakua. Y buscar otra vivienda es casi una misión imposible.
El titular que encabeza este artículo puede ser el titular del día a día de la familia que sacan adelante Susana Fernández y Juan Manuel Atutxa. De 43 y 45 años, respectivamente, hace ya quince que compraron un piso de 63 metros cuadrados en el barrio bilbaino de San Ignacio. Poco después, se «instaló» en él Elsa Susana, su primera hija, que va camino de los 12 años. Después, la sorpresa llegó en forma de mellizos, Juan Antonio y Miren, que pronto cumplirán los ocho. Un cumpleaños que no podrán celebrar en casa con sus amigos. «A mi hijo le han invitado a un cumpleaños a casa de un niño; él quiere ir, pero le digo que no puede, porque luego tiene que hacer lo mismo… y no podemos. Hacerlo fuera de casa te sale un dineral y aquí es imposible. La falta de espacio te limita en todos los sentidos. El niño no se da cuenta y se cree que eres tú la que no quieres, así que es un papelón», lamenta su madre.
Como este hogar hay muchos en su misma o parecida situación. Un estudio llevado a cabo por la Federación de Familias Numerosas de Euskadi Hirukide, elevó a un 32% de sus casi 4.000 asociados, los que vivían en pisos con una superficie menor a los 15 metros cuadrados por persona que el propio Gobierno de Lakua estipula. Ese dato, y el hecho de que casi un millar de esas familias mostrara su deseo de acceder a una vivienda más holgada, llevó a esta asociación a plantear al Departamento de Vivienda soluciones como un cupo «específico» de pisos para familias numerosas, dentro de las promociones públicas, lo mismo que se hace con otros colectivos: los hay destinados a minusválidos, a los empadronados durante un número de años, a familias monoparentales y a menores de 35 años; las familias numerosas van directamente al cupo general.
«El problema es que puedes estar siete u ocho años en la lista de Etxebide y, si la suerte no te acompaña, no tienes vivienda de VPO», pone de manifiesto Natalia Díez-Cabellero, presidenta de Hirukide. «Y lo grave es que al final resulta que estas políticas son las que condicionan el modelo de familia: te dicen que no puedes formar la familia que tú quieras, sino la que te marquen los metros cuadrados de tu vivienda».
Jesús Urbizu, de 33 años, y Ana María Musolygo, de 32, residen en el también barrio bilbaino de Otxarkoaga. Compartían su vida de pareja junto al padre de él, en el piso de éste, hasta que hace cinco años decidieron alquilar su primer «nido», de apenas 50 metros cuadrados. Para entonces ya tenían una niña, Fanni, que hoy cuenta 14 años. «Estando aquí, vinieron los otros dos», apunta él. Laszlo, de cuatro, y Aniko, que va para los dos. «¿Apañarnos? Mal, muy mal. No hay ni sitio para guardar nada. Si yo sueño con algo es con un trastero», confiesa esperanzado.
A la hija mayor, en plena pubertad, su habitación se le queda pequeña. «Ahora duermen juntos, porque los otros son pequeños, pero ella empieza a necesitar ya su independencia», aclara Jesús, quien no pierde, sin embargo, la sonrisa al recordar que su padre le ofreció regalarle su televisión de 42 pulgadas. «Ya le digo, a ver si quiere que los críos se queden ciegos, porque, vamos, en la sala casi no necesito ni mando a distancia para cambiar de canal», cuenta.
«Salir, tenemos que salir de aquí»
Jon Otsoa y Alicia Villar tienen más suerte, porque disponen de más metros en su vivienda de promoción pública -y con humedades en el techo incluidas- en el pueblo alavés de Gopegi. Cuenta con 70 metros cuadrados y un vistazo a su distribución deja claro que la vida la hacen en la sala, de unos 24 metros cuadrados. Hace las veces de punto de encuentro y hasta casi de almacén.
En la cocina, de apenas siete metros cuadrados y donde los «trastos» también se amontonan, ni pensar en comer todos a la vez. Hoy lo hace Jon, de 47 años, tras su jornada laboral. Alicia, de 46, confiesa que «nos apañamos como podemos», pero que Iker, de 12, Ioritz, de 7, y Kattalin, de 5, empiezan a reclamar la necesidad de más espacio vital. Incluso Txiki, el hámster, parece reclamar algo más que su jaula.
Sus necesidades son las de otras familias numerosas, muchas de la cuales comenzaron su convivencia en una vivienda que años después, con la llegada de los hijos, se ha quedado pequeña. No reclaman un hogar más amplio porque sí; lo que demandan son viviendas dirigidas a un tipo de unidad familiar cada vez más presente en la sociedad vasca. «Está claro que salir, tenemos que salir, pero no sabemos cómo ni cuándo. Pero en dos años, máximo, tenemos que salir y darles sitio a nuestros hijos», insiste, pese a que no oculta cierto pesimismo, Juan Manuel Atutxa. «Es que si buscas un piso nuevo de tres habitaciones, de 60 millones de las antiguas pesetas no te baja», le acompaña en la conversación Susana Fernández.
Ellos, a diferencia de Ana María y Jesús o de Jon y Alicia, hacen la vida en la cocina, que es la habitación más espaciosa de su casa de 63 metros. «La vida la hacemos allí -prosigue Susana-, porque en el resto no podemos» Y, aun sí, «ayer, estaban estudiando los tres en la cocina y yo no podía hacer absolutamente nada». La hija mayor, de 11 años, «está acostumbrada a compartir habitación, pero cada vez se le hace más cuesta arriba, no tiene independencia a la hora de estudiar, a la hora de vestirse».
La casa se queda pequeña. «Te puedes imnaginar, un cuarto de baño para cinco personas. Y pronto coincidiremos todos para marchar por la mañana, ellos a clase y nosotros a trabajar. Según se van haciendo mayores, peor para todos», relata.
Los sorteos de VPO, inalcanzables
Buscar una vivienda más espaciosa. Ése es el sueño y ésa es la cada vez más acuciante necesidad. Pero no es sencillo. Alicia y Jon residen en un pueblo pequeño. En Gopegi se están edificando viviendas libres y otras de precio tasado, públicas, de más habitaciones. «Pero no podemos acceder a ellas porque ya tenemos este piso», aclaran.
Las trabas para acceder a un piso de iniciativa pública son casi infranqueables para las familias numerosas. Tanto que apenas hay presencia de ellas en las listas de Etxebide. Uno de esos hándicaps son los coeficientes de ponderación exigidos. «Un soltero puede acceder a una vivienda con 33.100 euros, mientras que para una familia de cinco miembros y un sólo perceptor de renta son 41.375 euros, es decir que no hay apenas diferencia para las necesidades económicas de cada uno. Por eso pedimos que se mejoren esos coeficientes para que podamos acceder a la VPO», señala la presidenta de Hirukide.
Jesús Urbizu y Ana María Musolygo han apostado por la posibilidad del sorteo. Pero lo único que han recibido hasta la fecha son desilusiones. «A mí me metían en el cupo de menor de 35 años, pero es que aparte soy familia numerosa, y me decían que me metían ahí porque creían que tenía más posibilidades, pero no creo que sea así», se queja.
«Yo doy mucha guerra ahí, en la delegación de Vivienda en Gran Vía, porque veo demasiadas injusticias. Ese sistema que tienen esté mal montado, me den o no piso. Y si se te ocurre mencionar el tema de los inmigrantes, entonces enseguida te llaman racista. Pero yo también quiero esas mismas facilidades para acceder a un piso como ellos. Igualdad para todos», proclama.
Jesús ha vivido toda su vida en Otxarkoaga. Dentro de poco su contrato de alquiler del piso de 50 metros donde vive con su compañera y sus tres hijos expira. No le importa si le toca un piso en otra parte de Bilbo. Denuncia que «en Otxarkoaga hay un montón de viviendas vacías, sorteadas, pero mucha gente no quiere venir a este barrio». Seguirá dando guerra. Reclama un cupo de pisos también para familias numerosas. Y está cansado de que desde Etxebide siempre le pidan papeles y más papeles, y siempre los mismos papeles.
De esa misma burocracia se quejan también Susana y Juan Manuel. «El primer año echas los papales en Etxebide, el segundo te piden de nuevo todos los papeles y lo último, lo que te hace gracia, es que me volvieron a pedir el plano de mi casa, como si mi casa fuera extensible. Es un cachondeo», denuncia esta madre.
Así, mientras las promociones de vivienda pública les cierran las puertas con sus baremos, las vivienda libre hace lo propio con sus precios. «Estamos en tierra de nadie», expresa de forma gráfica Susana.
Éste es el día a día de cientos de familias numerosas vascas. Hirukide tenía constancia de este déficit y de ahí el estudio que llevó a cabo y presentó luego al Departamento de Vivienda. Natalia Díez-Caballero, presidenta de la federación, cuestiona que «aquí lo que prima es la buena suerte en los sorteos, en lugar de valorar las cosas en función de la necesidad. Un soltero tendrá sus necesidades, pero una familia de cinco o seis miembros, en un infrapiso, tiene muchas y muy evidentes». El problema, se queja, es que «el tema de los cupos depende de la voluntad política». Mientras tanto, muchos de los afectados, como Jesús Urbizu, metido en 50 metros con su compañera y tres hijos, confiesa que «ya me da hasta vergüenza bajar a las oficinas de Vivienda».
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