vuelve Antxon Urrusolo

Hace tiempo que no sabíamos anda este periodista, pero en el diario el correo de este Domingo es entrevistado, a lo largo d ela entrevitsa, Antxon reuerda ún momento especial, en el que se encontró con algunas personas del barrio…..La entrevita es la siguiente:

Capaz de mantener tantas conversaciones paralelas como surgen en las salitas del Club Deportivo de Bilbao y, a la vez, de irse por los cerros de Úbeda, hollarlos y volver, me cuenta su mutación: de «saltimbanqui catódico» -como en su día le apodó algún crítico- a periodista «diletante» parapetado tras un perenne Sirimiri, su productora. Audaz, locuaz y montaraz, Antxon Urrosolo (Eibar, 1953) es la zeta. Con perdón de la Moncloa.

-Un amigo suyo me cuenta que tiene usted cara de abuela de Ondarroa.

-Ja, ja, ja. Puede ser. Le voy a contar algo. Mi abuela era de Ondarroa, Silvestra, y yo soy mucho como ella. En el primer programa de tele que hice (‘Detrás del sirimiri’), en el minuto uno, salí del brazo de ella, y mientras lo presentaba, se quedó sentada a mi lado con su rosario, rezando. Es acojonante, ¿eh?

-Pues, sí. Y otro, que su capacidad creativa es casi tan grande como su ego…

-No. El ego no se lleva bien con la inteligencia. Es tu peor enemigo. Puede que lo tuviera, cuando era joven, pero con el tiempo y la madurez lo estoy desgastando. Y eso me hace más feliz.

-¿Siempre fue hiperactivo?

-Fui y soy muy vitalista. Es un problema familiar. Mi abuela lo era, mis tíos lo son… Cuando nos juntamos ponemos histéricos a los demás… Soy la neurosis andante, ja, ja.

-Además de tanguero aficionado, ¿es adicto a algún estimulante o su organismo los produce de forma natural?

-¿Si lo fuera, ‘La matanza de Texas’ sería una broma!

-Le creo. Ponga que hubiera aceptado presentar ‘Hotel Glam’ cuando estaba en la cresta de la ola. ¿Dónde estarían usted y sus huesos?

-¿Ja! Cuando me lo propusieron vine a casa y lo planteé, porque ahí había una gallinita, dinero gordo. Mi hijo, Axel, que sufría viéndome en la tele, me pidió que no lo hiciera. Tenía que demostrarle que él era más importante que la tele. Y que mi ego. Fue la mejor decisión que he tomado.

-¿Le dejó alguna cicatriz? La tele, me refiero.

-No. Una de mis cualidades es que tengo la cabeza bien amueblada. Soy consciente en cada momento de lo que puedo y debo hacer. Y yo fui muy feliz en la tele.

-¿Y alguna afección auditiva? Porque anda que no se chillaba en sus programas…

-Quizá por eso soy tan gritón…

-Y se insultaba…

-Aquello era una delicatessen al lado de la chusmería que vino después.

-Y se daba cancha a los frikis, como el padre Apeles…

-Hay otros que van vestidos de Hugo Boss y son frikis, frikis, frikis. A algunos los he conocido en tertulias políticas…

-¿Usted es también un personaje estrambótico?

-No puede serlo alguien que conserva la misma casa, vive con la misma mujer y tiene los mismos amigos -y algunos más- que antes de la tele.

-¿Y se ha dado de baja definitivamente como showman o se desquita con los vecinos?

-No, no. Yo soy showman en mi vida privada las 24 horas del día y gratis. Y ya me jode porque ¿a veces estoy sembrado!, ja, ja.

-Ahora, ¿dónde da guerra?

-Ahora busco conseguir lo que no tengo: ser más prudente sin renunciar a decir lo que pienso y ser más considerado con los demás y menos explícito. A veces, incluso, me callo… Antes, en los ochenta, iba a Silos a hacer curas de silencio, ¿a estar callado una semana! ¿Sabe qué es eso?

-No. A propósito, un guipuzcoano que hace apología de Bilbao. ¿Y se queda tan ancho?

-Adoro Bilbao, pero ha perdido energía y carácter. Quedamos maduros, jubilados y prejubilados.

-El periodista entrevistado. ¿De veras se siente cómodo?

-Si la entrevista es buena, sí.

-Contador en sus inicios de hechos y perfiles tan rocambolescos como memorables en EL CORREO, ¿encontró alguno más fabuloso que el de Tomatito de Otxarkoaga?

-…Joé. Ese es mi hijo. Yo quería que fuera un tipo, no sé, normal. Fui injusto. Empezó a tocar la guitarra de flamenco y… Me asustó. ‘Pero tú ¿adónde vas, rodeado de gitanos, que llevan ese rollo dentro? ¿Te van a llamar Tomatito de Otxarkoaga y no vas a ir a ningún lado!’, le decía. El caso es que es el primer guitarrista de flamenco vasco, que yo sepa, y está feliz. Tiene que vivir de sus sueños, aunque viva justo.

-La historia del nuevo Gobierno de Zapatero, con más féminas que varones, ¿le da para un prólogo?

-Zapatero es un egoísta, como yo. Siempre he trabajado con un 80% de mujeres. Pero por mérito de ellas. Se implican más, son más maduras y resuelven mejor.

-El que calla, ya sabe. ¿Me quiere decir qué diantre hacemos con usted?

-Desconfío del que habla poco y confío en el que escucha mucho.