«¿Adiós a los repartidores de pizzas!»
El barrio de Otxarkoaga aún mantiene una «realidad negra», según Begoña, una de sus vecinas. Aquella en la que los repartidores de pizza se niegan a pasar de la calle Larrakoetxe por miedo a ser agredidos, amenazados o víctimas de robos. «Parece que hubiera una verja». Hasta ahora la solución que planteaba el gremio, o parte de él, a los residentes que pedían una pizza, era que fueran a recogerla a la comisaría de Otxarkoaga. «Antes nos la traían hasta aquí». Begoña se preguntaba ayer: «¿Y ahora, si nos cierran la comisaría? ¿Adiós a las pizzas!», bromeaba la mujer. «No se atreven a pasar porque les pegan, les insultan y les roban», asegura.
La anécdota, sin embargo, no eclipsa el verdadero drama del barrio: «el tráfico diario de drogas, las agresiones». Según Begoña, que prefiere no desvelar su apellido por miedo a posibles represalias, en el portal contiguo al suyo «viven doce vecinos y, salvo dos, todos los demás venden droga». Y además, «da igual que les cojan porque están en la calle antes de que yo venga de comprar el pan».
Begoña y Antonia, otra vecina de Otxarkoaga, reclaman el «derecho de todos a salir de casa sin ser insultados», para lo que pedían «más seguridad en la calle». Para Basagoiti, si se cierra la comisaría «no haría más que aumentar la sensación de que este barrio no pertenece al Ayuntamiento de Bilbao».
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