Desde Otx, con amor (16)
Dedicaré este artículo a hablar del tema de la crisis. Lo advierto desde el principio por si tienen ustedes cosas más importantes que hacer.
Empecemos, lógicamente, por el final, que es lo importante. ¿Cómo vamos a salir de esta crisis? ¿Cuál es la receta mágica para emerger de este inmundo pozo financiero en el que nos han metido los inmundos financieros? Pues es muy fácil: la confianza. Hay que tener fe. La gente, desde que algún listo dijo que Dios se había muerto, es que ya no cree en nada. Ya digo, la gente se lo cree todo. Antes todo el mundo tenía fe y ahora no tiene nadie, como si se hubiera agotado en la tiendas. En fin, los curas sabrán… Yo que ellos cambiaba de jefes, porque los de ahora no lo deben de estar haciendo demasiado bien. Pero esto no va de religiones sino de economía. Sí, señores, voy a hablar de economía. Aquellos que aún no se hayan ido todavía están a tiempo.
Es verdad que la confianza y la fe no son sinónimos, que me he pasado un pelillo con la comparación, pero era para que la introducción no se hiciera demasiado penosa, porque me debo a mi público (¿queda alguien por ahí?) y porque no me gusta hacerme la pesada. Pero me lo voy a hacer. Digo que falta confianza en los mercados. ¿Qué son los mercados? ¿Quién ha hecho la pregunta? Un hombre, seguro, que no van a la compra ni aunque les maten… En fin, que la gente no confía nada y cuando no confía nada no se gasta los chines en nada.
Por ejemplo, si tú confías, te metes a comprar un piso o un coche o cualquier otra bobada que tanto gustan. Pero si no confías es que no te compras nada de nada. Dices: no confío. Y te guardas el dinero en el banco. Eso si confías en los bancos, que no creo. Si no confías en los bancos te guardas el dinero en casa o debajo de un ladrillo de la cocina del adosado de Noja. Por ejemplo.
Voy resumiendo. Esto es una crisis de confianza. Lo dice todo el mundo.
– ¿Qué opinas de la crisis?
– Es una crisis de confianza
– Lo mismo pienso yo
– Una crisis de confianza
– Sí, ya digo
– Vaya que sí, de confianza
¿Lo ven? Sigo. En una crisis de confianza la gente no confía en nada. Ni en el gobierno ni en los bancos. Y si no se confía ni en el gobierno ni en los bancos, es que no se confía en nada. Todo esto no es idea mía, no se piensen, que son cosas que he ido investigando por ahí. Sigo. La gente no se gasta el dinero. Vamos, lo justito para ir tirando. Pero de gastos extra, nanay de nanay. ¿Por qué? Por la crisis de confianza, ¿o es que lo tengo que repetir otra vez? ¿Queda alguien por ahí todavía? ¿Seguro? Bueno, pues ya sigo.
La cosa es que hay que gastar dinero para tener dinero.
Tan sencillo como eso. ¿Qué cómo se come? Con los dedos.
Lo explico. Supongamos un país donde hay una fábrica de tornillos y otra de coches. La fábrica de tornillos, casualmente, fabrica tornillos para la fábrica de coches. Parece ser que las fábricas hacen constantemente este tipo de cosas, trapicheos entre ellas. Bueno, pues si la gente no compra coches (por ejemplo porque hay una crisis de confianza), los que hacen coches no compran tornillos (no por venganza, sino porque no les hacen falta). Resultado: la fábrica de tornillos no vende tornillos. Corolario: no consigue dinero para seguir funcionando, porque tiene que pagar a los obreros y a aquellos a quienes compra el hierro o lo que sea con lo que hagan los tornillos. Estos últimos del hierro seguro que son de otra fábrica, pero no quiero liar más el ejemplo. ¿Qué ha pasado? Que sin dinero los obreros no trabajan porque piensan que para eso me quedo en casa. O que los echan, directamente, para que no les monten huelgas con la excusa de que no cobran. Total, que se forma un lío glorioso. ¿Y quién tiene la culpa? Seguro que, a estas alturas, han adivinado ustedes la respuesta: los mismos obreros, por no comprar coches. A todo este follón social le llaman (unos señores que no tienen la menor idea de nada y que se denominan a sí mismos economistas -hay que ser cursis-) la oferta y la demanda. Esto merece párrafo aparte.
La demanda es cuando alguien pide algo. Por ejemplo, quiero una televisión. La oferta es cuando alguien ofrece algo para vender, por ejemplo, un coche. Si la oferta no se pone de acuerdo con la demanda en un sitio que se llama mercado, todo se va a la porra o al extranjero, que es un poco lo mismo. Efectivamente, supongamos que los franceses hacen televisores. La demanda de antes iría corriendo a Francia a comprarlos, porque la demanda es bastante compulsiva y le da igual los países, los continentes y las peras en vinagre. La oferta, sin embargo, se fija en que los chinos necesitan coches, porque han visto un documental de Pekín donde salía toda la gente en bicicleta. O sea que van y plantan sus coches en Pekín, supongo que formando una caravana muy larga por toda Europa, Rusia incluida, y llegando un poco tarde. Pero no importa, la demanda china quedará contentísima.
Resumiendo, si hubiera un solo país, la cosa sería más chunga porque la gente suele querer las cosas que no tiene en su propio país. Esto es así porque sí y no hay que darle más vueltas. El problema es cuando existe una tremenda crisis de confianza a nivel mundial. Creo que se me va entendiendo.
Estoy bastante satisfecha con cómo me va saliendo la explicación.
Sigo. La cosa se complica cuando te enteras de que la crisis de confianza más gorda es la que tienen los bancos. Los bancos en todo esto tienen mucha importancia porque son los que tienen el dinero que la gente y las fábricas se gastan. Esto es así, aunque no sé muy bien por qué. Si lo bancos no confían, mala cosa, no sueltan los chines por nada del mundo. Para que los bancos confíen los gobiernos les dan millonadas, pero ellos nada, erre que erre, siguen sin confiar. Y la gente sin dinero para gastar. Que si lo tuvieran tampoco lo gastarían, claro, por lo de la confianza. Solución: que la gente confíe y que los bancos confíen. Un mundo de amor y rosas. Ya está.
Ah, no, otra cosita: la culpa de todo la tienen los bancos, por haber confiado demasiado. Y ahora, claro, pasa lo que pasa. En fin.
Yo creo que de ésta me echan seguro. Ustedes no digan a nadie que han leído esta cosa porque yo también necesito mi granito de confianza. Esto me pasa por meterme en berenjenales. Les aseguro que antes de empezar a escribir este artículo estaba muy segura de mis argumentos. Pero no sé qué ha pasado, que me he liado, que no he confiado lo suficiente, no sé. De todos modos voy a enviar el artículo. Y si me echan, que me echen. Yo le echaré la culpa a la crisis. Echan a todo el mundo.
Por si acaso, hasta más ver. Ha sido un placer.
Ya te digo.
La receta para no entrar en crisis, o al menos salir lo antes posible de ella, es:
1.- Fomentar el espíritu emprendedor: es lamentable que haya tanga gente cuyo sueño sea ser funcionario. Un país de multinacionales es un país sin futuro a expensas de centros de decisión extranjeros.
2.- Formación: las primeras víctimas de la crisis van a ser los trabajadores de empleos poco cualificados o aquellos con una formación muy limitada. Algo que tristemente abunda en el barrio.
3.- Innovar: ¿cómo no va a estar España en crisis si su crecimiento se basa en la construcción y la hostelería? (¡y además el dinero que se gana con ello se emplea en consumir bienes en vez de iniciar nuevas industrias!).
4.- Diversificar: las empresas que peor lo van a pasar son aquellas con una sola actividad. Hay unas cuantas que van a capear más o menos bien el temporal ya que trabajan diversos mercados y producen bienes que no tienen que ver entre sí (hay sectores que no están en crisis, como las energías renovables).
Mucho se está hablando de que Euskadi va a entrar en crisis más tarde. Nuestra industria es proveedora, no trabaja para el cliente final, por lo que aún estamos trabajando con pedidos de antes de la crisis. Siguiendo la misma lógica, tardaremos más en recuperarnos. En cualquier caso, estos meses estoy viendo algo que nunca pensé que iban a ver mis ojos: ¡Euskadi entre las comunidades autónomas con menos desempleo! (y no es que hayamos bajado, es que al resto -esos que han crecido gracias al ladrillo- se les ha disparado el paro)
En cualquier caso, no somos una isla, y aunque aquí la construcción apenas tenga peso (en relación a Andalucía o Valencia, por ejemplo) Euskadi es el principal productor nacional de línea blanca (y para vender electrodomésticos tienen que construirse casas donde instalarlos), primer productor de componentes de automoción (¿dónde se van a instalar esos componentes si no se venden coches?), principal fabricantes de máquina-herramienta (no hay nada que mecanizar si no se venden piezas), etc. Habrá que confiar en el trabajo que puede generar la obra pública y en las empresas que hayan diversificado e innovado lo suficiente en los últimos años.
Voy a seguir trabajando…