CONSUMO
MINUTO DE SILENCIO
En nuestro barrio de Otxarkoaga también se nota la crisis. A fin de mes el mercado de Otxarkoaga está más silencioso. Pero el primer día del mes, no sé si sólo es una apreciación mía, no remonta. Miramos la cartilla de la Caja de Ahorros con más detenimiento. Y hacemos cálculos para decidir qué podemos comprar y qué no es posible. Es parte de la sabiduría popular. Quien compra lo que no puede comprar se engaña porque la próxima factura será una carga insuperable. Lo peor de todo es que se quiten gastos al consumo de alimentos. Podemos aguantar con la ropa, limpia, eso sí. Pero no debemos quitar la comida. Y me da la impresión de que hay casos en los que se disminuyen gastos de alimentación, aquello que sigue siendo necesario, y todavía se mantienen algunos gastos prescindibles e innecesarios, porque queremos aparentar que disponemos de dinero. Las luces de la navidad se han encendido en nuestro barrio, pero no hay luz en el fondo de algunos bolsillos y de algunas miradas ¿Dónde está la mecha?
Lamentablemente en el barrio hay mucho aspirante a nuevo rico que se cambia de móvil como de camisa, compra ropa cada dos por tres o sale a la calle sobrecargado de anillos o cadenas (esto último me parece del peor gusto posible). De coches no hablo porque hoy en día, con la bonanza económica que hemos pasado, tiene un BMW hasta el tonto del pueblo.
Sólo ostenta quien no ha tenido un duro en su vida, aquel para el que irse de vacaciones, comprarse tal o cual aparato electrónico, etc. es una novedad. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.