DESDE OTX CON AMOR 19
Acabo de leer que este periódico que tienes entre tus ojos organiza un concurso de cuentos infantiles. Ya va por la séptima edición y yo sin enterarme de nada. Desde luego, cualquiera diría que vivo en una burbuja… Por cierto que también tienen otro concurso muy bonito, el de felicitar las navidades mediante mensaje móvil. Este me atrae bastante, pienso participar, pero no sé si tengo alguna posibilidad de ganar porque me cuesta bastante escribir sin vocales: flcs fsts, prsp añ nv, zrnk… Ya se me ocurrirá algo.
En cuanto a lo de los cuentos infantiles, pues digo yo que no puede ser tan difícil. Lo voy a intentar ahora que me sobra el tiempo…
Cachorro y Cachorrito
Érase una vez un perro llamado Cachorro que vivía en un barrio de una gran ciudad, en el piso tercero del portal número tres de la tercera calle a la derecha según sales del autobús cero tres. Era un perro ni bonito ni feo, pero bastante gracioso. Cuando le decían “¡salta!” se ponía a dar botecitos como si fuera de goma, con la orejas disparadas hacia arriba y la lengua fuera. Todo el mundo se partía de la risa.
– ¡Salta, Cachorro, salta!
Y Cachorro venga a dar botecitos arriba y abajo. Su dueña estaba la mar de orgullosa. Era una señora bastante gorda a la que todo el mundo llamaba Señora Gorda, vete a saber por qué. A ella no le importaba porque en su mismo portal, en el primer piso, vivía otra señora, amiga suya, que era muchísimo más gorda que ella y que se llamaba la Bombas. Bueno, no creo que se llamara así, pero la gente eso le decía.
– ¡Mira, mira, la Bombas!
– Seguro que va a la pastelería a comprarse una bomba
– Seguro. Oye, ¿y qué es una bomba?
– Pues una breva, ese buñuelo con forma de pepino, con muchazúcar y crema dentro
A la Bombas no le gustaba nada que le llamaran la Bombas. La verdad es que estaba gordísima, tan gorda que no salía mucho de casa porque le costaba un mundo pasar por la puerta. Además le daba rabia que los niños le chillaran. Pero a veces no le quedaba más remedio que salir porque necesitaba comerse una bomba más que nada en el mundo y los de la pastelería no te las llevan a domicilio. Así que aprovechaba y, cada vez que hacía la excursión, se compraba tres o cuatro… o todas las que tuvieran.
La Señora Gorda y la Bombas eran muy muy amigas. Se juntaban casi todos los días para merendar, unos días en casa de la una y otros días en casa de la otra. Les gustaba mucho la tortilla de patatas, solían hacer apuestas de a ver a quién le salía mejor. La Bombas le ponía mucha cebolla mientras que la Señora Gorda prefería el pimiento. Estaban tan buenas las tortillas que se las zampaban en un pispás. No dejaban nada para los perritos. Porque la Bombas también tenía un perro, uno muy chiquitín que se llamaba Cachorrito. Era pequeñito pero muy matón. Con su cara de enfadado ladraba como un demonio, pero no daba ningún miedo porque hacía un ruido como de haberse tragado el silbato de un guardia.
– ¿Por qué ladra tanto Cachorrito?
– Algo le habrá hecho el tuyo
– ¿Cachorro? No creo, es un pedazo de pan
– Ay, los hay que las matan callando…
Mientras tanto los dos perritos se dedicaban a hablar de sus cosas.
– ¿Has salido hoy, Cachorro?
– Claro, Cachorrito, he ido a dar una vuelta al parque
– ¿Qué aburrido, no?
– Qué va, es estupendo
Siempre estaban con lo mismo. Cachorrito le decía que no hay nada como quedarse todo el día en casa, calentito, tumbado en la butaca, viendo la tele y dormitando. Cachorro le respondía que no, que lo mejor era echarse unas carreras por el parque, hacer pis al aire libre y oler a ver quién había pasado por allí. Por cierto, le dijo Cachorro, hoy he conocido a un perro muy bruto.
– ¿Ah, sí? ¿Y cómo se llamaba?
– Yo diría que Cachorrón. Me ha mordido en la oreja
– Te lo tienes merecido
– Pero también he conocido a una perrita muy guapa
Sí, le siguió diciendo. Se llama Lily y nos hemos estado oliendo un rato. Olía estupendamente. Esto le dio mucha envidia a Cachorrito y, para que no se le notara lo enfadado que se sentía, se levantó, porque estaba siempre tumbado, y se fue al baño que tenía para él solo. Cuando la Bombas le vio moverse, preguntó:
– ¿A dónde vas, Cachorrito? ¡No te canses!
– ¡Guai, guai!
– ¿Al baño? Muy bien, muy bien
– ¡Guai, guai, guai!
La Señora Gorda le dijo a la Bombas que qué bien educado tenía a su perrito y que ya era hora de irse. Adiós, adiós, muá, muá. Y salió con su perro Cachorro a dar la última vuelta antes de acostarse.
Aquél día Cachorro no corrió tanto como otras veces, ya que se quedó pensando en si tendría razón Cachorrito con lo de no salir de casa… Porque sí que es verdad que cuando sales te puedes encontrar algunos peligros, como el asqueroso de Cachorrón, pero también es verdad que te lo pasas muy bien corriendo y que… y que a lo mejor mañana Lily le daría su primer beso.
¿Tú qué piensas? ¿Quién tiene razón, Cachorro o Cachorrito? ¿A quién prefieres?
Y colorín colorado, este cuento…
¡Vaya! Esto que acabo de escribir no parece un cuento ni parece nada. Lo voy a tirar a la papelera digital. Pero por lo menos he pasado el rato. Por cierto, debe de ser el subconsciente, pero tengo unas ganas que me muero de ir a dar un paseo por el parque.
Nota: antes de salir veo que Susaeta sale en las noticias. A ver qué dice. Últimamente soy fan: http://comentalaprensa.blogspot.com/
El concurso de cuentos lo organiza Txirula Kultur Taldea. Un abrazo.
Txirula esta compuesta por varios grupos del barrio, Tendel, Goizalde, kale dor,bizitegi y gente particular.
Animo y a participar….