La fama de Otxarkoaga en Amsterdam
La plaza del Dam es uno de los centros preferidos por los pequeños narcotraficantes de Amsterdam para asaltar al turista al grito de "hachís, marihuana, cocaína, éxtasis". El pasado verano, tres bilbaínos detenían su coche en uno de los semáforos que rodean la plaza y se quedaban estupefactos al escuchar cómo, desde una de las esquinas, varios negros con el pelo a lo rasta les gritaban: "Otxarkoaga, Otxarkoaga", mientras señalaban con el dedo la matrícula Bl del vehículo. El conductor puso en marcha el coche. Sin salir de su asombro, los tres bilbaíno se perdieron por la calle que conduce hasta la Estación Central.La anécdota arranca una sonrisa a dos jubilados que el pasado jueves paseaban por el barrio de Otxarkoaga, en la capital vizcaína. "Es una vergüenza, por la noche no se puede salir y por el día tienes que ir como los ladrones, mirando en todas las direcciones por si acaso. Aquí se trafica en una casa sí y en la otra también. ¿Miedo?, claro que tenemos miedo. El problema es que ni aunque los detengan arreglíamos esto. La policía les mete por una puerta y el juez les saca por la otra. Tenían que pudrirse en la cárcel, pero vienen con su talonario y ya está todo arreglado".
La mayoría de los habitantes de la zona consultados por este diario son unánimes en esa nula confianza en los magistrados. Un portavoz de la Coordinadora Antitráfico de Droga, quien repite una y otra vez la palabra "prevención", asegura que "parece que los jueces tienen miedo a llegar hasta el final en la cadena del tráfico de estupefacientes".
El jefe de la unidad antidroga de la Policía Municipal de Bilbao entiende las críticas de los vecinos, pero disculpa a los magistrados diciendo que "la gente no entiende el concepto judicial de los delitos por tráfico de estupefacientes. Creen saber algo, pero hay que pillarles con la droga, y desconocen que una dilación de 10 segundos puede arruinar una operación".
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