INFORMACION DE EL CORREO SOBRE LOS COLEGIOS
Empleadas municipales acuden a colegios de Bilbao para duchar a niños con falta de higiene
Hay una docena de colegios públicos en Bilbao donde la educación comienza por una buena ducha, una atención individualizada que proporcionan tres higienistas escolares y que sólo este año ha conseguido hacer la vida un poco más fácil a un centenar de chavales de entre 2 y 12 años. Piojos, mal olor corporal, ropa sucia, pulgas… El programa de Higiene Escolar arrancó en 1997 y tiene por objeto que estos niños, algunos ya a las puertas de la adolescencia, no sientan el rechazo de sus compañeros. Se trata de darles motivos para que vuelvan a clase, no para que huyan de ella. «Hasta donde sabemos, Bilbao es el único municipio de toda España que ofrece este servicio», afirma Sabin Anuzita, concejal de Salud y Consumo.
El Ayuntamiento no acostumbra a imponer sanciones a los padres, ya que las necesidades básicas que sus hijos tienen sin cubrir obedecen por lo general a problemas socioeconómicos que escapan a su control. Muchas veces no saben lo que es ducharse o lavarse los dientes porque viven en furgonetas o en lugares donde no hay agua corriente. «La mayoría pertenece a estratos de población en riesgo de exclusión social, inmigrantes en apuros o etnias minoritarias, que carecen de recursos culturales y económicos suficientes, y para quienes la higiene no representa una prioridad», explica Paco Dehesa, subdirector de Acción Social del Ayuntamiento. La Administración no se ve en la necesidad de separarles de sus familias porque ni están desprotegidos ni sufren malos tratos, dos supuestos que regula la Ley de Atención y Protección a la Infancia y Adolescencia del País Vasco.
El repaso es a conciencia. Las tres auxiliares que acuden por la mañana a estos centros no se limitan a dar un baño a los chavales. Les cambian de ropa, les lavan los dientes, cortan sus uñas y a menudo les desparasitan. Todo un bálsamo para estos pequeños, habituados a convivir con el lado más ingrato de la vida desde su más tierna infancia. «La implicación con los niños es enorme. Los especialistas acuden a algunos de estos colegios a diario y a otros, una o dos veces por semana», explica Javier Santolaya, responsable del equipo de Salud Escolar, que integra, además de a higienistas, a psicólogos, médicos, ATS y administrativas. Y es que el programa también hace revisiones periódicas a 4.000 escolares desde los dos hasta los doce años, residentes en los barrios de Casco Viejo, San Francisco, Rekalde, Otxarkoaga, Basurto y Santutxu.
El catálogo de deficiencias higiénicas es amplio, aunque posiblemente sean los piojos la plaga que crea más alarma social. «Esta vía de contagio es sólo la punta del iceberg y por lo general detrás subyacen muchos otros problemas», valora Javier Santolaya, responsable de Salud Escolar. El programa pretende la normalización de hábitos de higiene entre los alumnos y sus familias para que no se les discrimine en la escuela, algo que les empuja a faltar a clase. «Se esconden problemas de rechazo de sus compañeros, lo que conlleva que estos menores dejen de querer ir al colegio», añade Santolaya.
El proceso es largo y laborioso y arranca con la identificación de los niños que necesitan ayuda. Es sólo el comienzo. Técnicos e higienistas se lanzan entonces a la ardua tarea de formarles para que sus prácticas higiénicas sean suficientes, hacer un seguimiento de los chavales y colaborar con las familias para inculcarles la necesidad de que sus hijos conviertan en hábito lo que aprenden en clase. Es por ello que el proyecto lo gestionan tres áreas municipales: Acción Social, Educación y Salud Escolar.
Talleres para ser padres
El programa de higiene escolar, que el año pasado atendió a 232 niños y hace dos a 382, no se limita a frotar a los chavales con jabón detrás de las orejas. También ofrece talleres dirigidos a sus familiares, de orientación y capacitación parental. Se notifica a las familias las deficiencias para que acudan a los centros y una vez allí les enseñen a reconducir la situación, a hacer que los niños asimilen los hábitos de limpieza. Se trata de un apoyo al proceso de socialización y desarrollo de los menores, que lleva a cabo el área de Salud Escolar. «Hay veces que incluso los propios padres al final del curso han acabado llorando al darse cuenta del cambio que han dado a la hora de educar a sus hijos», afirma Santolaya.
En la escuela también se trabajan aspectos de salud y de higiene como materia transversal para promover hábitos saludables, el bienestar de los alumnos y así dar «mayor calidad de vida» a estos chavales. «Son planes de prevención para atajar deficiencias antes de que se produzcan», explica el responsable del departamento, que atendió en 2008 a 2.851 alumnos en situación de riesgo. El año anterior fueron 2.711.
Aunque nadie dijo que crear el hábito sea una tarea fácil. «Antes existían las ‘Vacaciones por piojos’. Era sólo un tratamiento, y se iban a casa a quitarlos», matiza Santolaya. El tiempo necesario para adoptar los nuevos hábitos varía de unos niños a otros. «Hay chavales que son más reticentes, a los que hay que ganarse poco a poco. En algunos casos la enseñanza puede durar hasta un año», aclara.
Para los menores que estudien en un centro que no pertenezca al programa, también existe una intervención de este equipo de profesionales. «Se puede solicitar nuestra ayuda a través de la dirección del centro en el que esté matriculado el niño, del profesorado o de su médico», detalla Anuzita.
Pese a que el programa funciona desde hace doce años, los responsables municipales confiesan no haber introducido grandes cambios, más allá de reforzar la intervención de los equipos ante el aumento de la inmigración o del número de centros adscritos a la iniciativa, que han pasado de quince a una docena. «Poco cambio hay que hacer si el resultado es bueno. Los padres y los ‘peques’ están satisfechos, por no hablar de las tres áreas que lo gestionan. Es como para sacar pecho», afirma con orgullo el edil. «Sólo esperamos que llegue el día en que este programa deje de existir, porque eso significará que ya no lo necesita nadie», zanja Santolaya.
En ocasiones, he criticado la acción del Ayuntamiento de Bilbao o de alguna de sus concejalías, cuando creí que debía hacerlo, pero como debo ser justo, hoy felicito a Sabin Anuzita, como concejal de Salud y Consumo, y a todas las personas que colaboran, desde el Ayuntamiento de Bilbao en éste asunto, por el trabajo en los colegios de Bilbao, con el programa de higiene que realizan con los jóvenes, espero que esto sea una medida excepcional en situaciones extremas, hasta que los padres asuman la responsabilidad de esos hijos, especialmente y de forma primordial en la higiene, no sólo por la salud física de sus hijos, sino también por la salud, emocional y de convivencia con los demás compañeros de clase. Hoy en día, existe agua en todas las viviendas y una pastilla de jabón es muy barata, la falta de higiene,-en éste caso en los niños, algunos ya adolescentes-, es síntoma de carencias familiares más profundas, y son los padres de esos niños los que tienen la obligación de corregir esas carencias, si no es así, creo que se podría tratar como un tipo de abandono familiar, en ese caso las autoridades podrían tomar las medidas correspondientes.
El problema de la falta de higiene aunque,«La mayoría pertenece a estratos de población en riesgo de exclusión social, inmigrantes en apuros o etnias minoritarias, que carecen de recursos culturales y económicos suficientes, y para quienes la higiene no representa una prioridad», no siempre es así, también ocurre en “estratos de población”, media y alta, se puede ser pobre y ser limpio, y se puede ser “rico” y tener problemas de higiene.
Están muy bien los “talleres para padres”, porque deben ser ellos,( los padres), los primeros en dar ejemplo a sus hijos, como caso curioso, hace aprox tres años, pude leer en un ambulatorio de Barakaldo algo así como, “ para entrar en consulta, se debe venir aseado y con la ropa limpia”,( supongo que aún seguirá el letrero), y no era en ninguna zona marginal.
Fdo.- Carlos Vegas.