NOTICIA EN EL DEIA
Flamenco hecho en Bilbao
EL centro social de Otxarkoaga se convierte cada lunes y viernes en un templo del espectáculo donde decenas de jóvenes de todas las edades se hermanan para rendir culto a su particular dios: el flamenco. Entre palmas y oles, los acordes de las guitarras y los golpes al cajón van dibujando los primeros compases de lo que promete ser una entrañable velada al son del calor de las gargantas rasgadas.
Allí, rodeado de sus inseparables compañeros, el joven de 25 años Ismael Cortés ejemplifica como nadie el valor de la constancia y el sacrificio que le han llevado a ganarse a pulso el respeto y la admiración de un barrio entero, que no duda en señalarle como un auténtico genio entre los genios del flamenco. "Cada persona tiene su afición y la mía es el flamenco. Mis recuerdos de la infancia siempre han estado ligados al flamenco. Es un sentimiento que se lleva en la sangre y se nace con él", revela el joven cantaor.
Amante de la música en general y del flamenco en especial, Ismael sueña con ganarse la vida encima de los tablaos, al compás de su inseparable guitarra y sin más bandera que su arte sobre el escenario. "El resto lo pongo yo", afirma sonriente. Su prodigiosa voz y sus ganas de comerse el mundo le han llevado a compartir palmas con grupos de la talla de El Barrio o Niña Pastori, de quien guarda un grato recuerdo de su última visita a Bilbao. "Tuve la suerte de poder conocerla en persona y me dijo que siguiera adelante con mi sueño de triunfar en la música, que no me rindiera nunca", recuerda, emocionado.
Consciente de que en Euskadi el flamenco no es un género que cale especialmente hondo entre los jóvenes, Ismael no duda en abrazar otros estilos musicales que entremezclen sus soberbios dotes de cantaor con la habilidad que muestra a la guitarra. "La gente debería intentar acercarse al flamenco porque es un mundo que desconocen por completo. Mi idea es formar un grupo vasco fusionando diferentes estilos de música, alternado el mundo del flamenco con txalapartas, timbales y ese tipo de instrumentos".
En su intento por hacerse un hueco en el siempre complicado mundo de la música, Ismael reclama una mayor involucración por parte de las instituciones en fomentar las ayudas para jóvenes artistas que como él se acuestan soñando con un prometedor futuro. "¿Mi sueño? Grabar un disco para que la gente pueda conocer mi trabajo. El problema es que hoy en día muy pocas empresas apuestan por los jóvenes músicos y mucho menos si hablamos de flamenco. Es bastante triste, pero esa es la realidad con la que nos encontramos la mayoría de los jóvenes", señala Ismael.
A la espera de una oportunidad que, de momento, tarda en llegar, Ismael tiene claro que seguirá dando pequeños conciertos en locales bilbainos, como el que dio recientemente en una conocida sala de fiesta de Bolueta, a la vez que continúa inculcando con ahínco a los más pequeños el esfuerzo y la dedicación necesaria para lograr hacerse un hueco en el mundo del flamenco. "Mientras no salga otra oportunidad, no queda otra que mirar hacia adelante y seguir trabajando con humildad, como lo llevo haciendo desde que nací", afirma ilusionado.
El paraíso que en vida se ganaron artistas de la talla de Camarón de la Isla deberá esperar de momento a Ismael, que lejos de quedarse con los brazos cruzados promete seguir luchando por hacerse un hueco entre los más grandes. "Soy consciente de que va a ser muy complicado poder ganarme la vida con mi voz, pero voy a seguir trabajando, esa ilusión no me la va quitar nadie".
Mientras tanto, dos veces por semana, los jóvenes continúan con su particular peregrinaje hacia la cuna del flamenco admirando, a su paso, los retratos de Paco de Lucía o Manzanita que dibujan las paredes del centro. Sólo el tiempo dirá si algún día los más pequeños que hoy disfrutan del arte de Ismael podrán admirar su retrato en la pared y recordar que la constancia y el sacrificio, al final, siempre tienen recompensa.
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