RE-COMIENZO DE CURSO
Parece que nunca dejamos de re-comenzar. Ni a mi edad. Por eso, con la primera semana de octubre han llegado muchas cosas “nuevas” (re-nuevas, habría que decir): nuevas reflexiones sobre peleas multitudinarias inter-étnicas, pilates (aunque a los pobres profes, los han dejado en la estacada, sin nadie que les de las clases), cursos de euskera, y, por lo que a mí respecta, la primera convocatoria del proceso de conciliación (del trabajo con la vida personal) y taller de escritura. Esto lo escribo antes de empezar ninguna de esas dos “novedades”. Pero, prefiero dejar constancia de las esperanzas que se desatan, tan importantes como la recogida de frutos, que habrá que hacer en junio. ¡Qué bueno es ser alumno! Sobre todo si no hay exámenes, padres que castiguen si hay malos resultados, autoestima que se desautoestime,… Re-comenzaré el taller de escritura con las mismas expectativas del curso pasado: pasarlo bien, trabajar mi capacidad de expresión escrita y realización de algún relato que merezca la pena enseñar. El año pasado esas expectativas se cumplieron con creces. ¿Este? Ahora, mis esperanzas están completas. Se que, al menos, me motivará para escribir, porque es muy fácil mandar todo a paseo dejándolo para mañana. Y eso creo que sería lo que ocurriría sin estímulos externos. El taller será un buen estimulante. Pensando también en el curso pasado, recuerdo cómo formamos un grupo de trabajo sobre la conciliación de la vida laboral y la vida familiar. Supuso un buen trabajo de análisis y conocimiento de nuestra escuela, Llega el momento de concretar pasos que se puedan ir dando en orden a facilitar esa conciliación. Hay mucho por hacer y el terreno es muy interesante porque afecta a la vida concreta y diaria del colectivo en el que se integra mi trabajo. Se admiten apoyos y acompañamientos.
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