COGER LA LUNA CON LAS MANOS
MINUTO DE SILENCIO
Ha sido como una revelación. Ha sucedido de repente, cuando menos lo esperaba. Iba a mi trabajo, desde el barrio, a primera hora de la mañana. Una madre empujaba el carrito de su niño de pocos años hacia una guardería cercana. La madre estaba pendiente de los gestos del niño y me he detenido a observarlos. ¿Por qué miraban ambos hacia el cielo? La Luna era preciosa a esas horas tempranas de la mañana. Y el niño la observaba, casi llena, majestuosa entre los árboles, dorando tenuemente el cielo azul. El niño quería coger la Luna entre sus manos. La madre le contaba que no era posible cogerla, pues estaba muy lejos. El niño no estaba convencido. La madre insistía con ternura y, como el niño no terminaba de convencerse, la madre ha proseguido el camino, empujando el cochecito del niño hacia la guardería, mientras la Luna seguía firme, alta, bella, por encima de los edificios de la ciudad. Cuando he llegado a mi trabajo y, al cabo de un rato, he vuelto a mirar a la Luna, ya no se divisaba en el cielo. Había desaparecido. Dicen que tiene relación con la luz, con la posición del Sol, con el avance horario. Pero yo creo que se equivocan. Ha desaparecido porque ya no está el niño queriendo cogerla.
Pepe
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