NOTICIA EN EL CORREO SOBRE LA HUELGA DE BILBOBUS
Bilbobus arranca una huelga indefinida
Bilbao vive hoy el tercer martes consecutivo de huelga en su servicio municipal de autobuses. Tras más de ocho horas de reunión en la sede de Veolia, la dirección de la compañía de transportes y los miembros del comité de huelga no lograron ayer alcanzar un acuerdo. Ante la falta de entendimiento, los trabajadores han decidido mantener la convocatoria de paro que arranca hoy, esta vez sin fecha de finalización. El Gobierno vasco ha fijado los servicios mínimos en un 30%, por lo que a partir de ahora y hasta que el conflicto laboral se solucione, sólo recorrerán la villa uno de cada tres autobuses urbanos. Una unidad de Bilbobus ya se ha visto obligada a regresar a las cocheras con una luna rota.
A pesar de que el ritmo que habían alcanzado las conversaciones en la última semana y las declaraciones de buena voluntad por parte de ambas partes hacían presagiar una salida dialogada al conflicto laboral, el encuentro de ayer dio al traste con las esperanzas de entendimiento. Desde las 10.30 de la mañana hasta bien entrada la tarde, trabajadores y dirección estuvieron debatiendo en la sede de la compañía acerca de los ya célebres catorce puntos sobre los que se sustenta la convocatoria de huelga. Todos menos uno: el convenio colectivo.
Después de más de treinta horas acumuladas de negociación, las condiciones salariales de los trabajadores de Bilbobus siguen sin estar sobre la mesa, porque el comité se niega a hablar del tema mientras no se resuelvan los demás asuntos. Según su presidente, Pedro Angulo, es una forma de demostrar que no buscan únicamente un incremento salarial -como argumenta la empresa-, sino «que no nos quiten lo que habíamos conseguido con TCSA». Sin embargo, para la compañía gala esta actitud es «una forma de alargar el conflicto» y cree que la intención del comité era desde un principio «llegar a la huelga para abordar la renovación del convenio en el momento de máxima presión sobre Veolia».
Atascados
La reunión de ayer fue probablemente la más tensa de las mantenidas hasta el momento. En jornadas previas se habían logrado puntos de entendimiento en temas como la limpieza de los vestuarios o la información sobre cambios de horarios, asuntos que ambas partes calificaron de «menores».
Sin embargo ayer se produjo un agrio debate en torno a uno de las reivindicaciones que más preocupan a la plantilla de Bilbobus: que las horas acumuladas por exceso de jornada -94.000 desde el 1 de agosto- puedan ser recuperadas por los trabajadores en días de vacaciones. Para el comité «solo pedimos que la empresa le devuelva al trabajador lo que es suyo» y están dispuestos a que esa retribución se haga progresivamente en los próximos dos años.
Los representantes sindicales solicitaron a Veolia que contrate a 22 trabajadores durante nueve meses para ir devolviendo paulatinamente esas horas trabajadas sin remuneración. Con esa cifra sólo se recuperaría «menos de un tercio de las horas extras que se generan en un año», apuntó Angulo. Pero a la dirección «no le cuadran las cuentas» y redujo ese refuerzo a 15 empleados.
El asunto, que ocupó varias horas de la reunión, terminó por atascar la negociación hasta el punto de que no hay nuevos encuentros previstos. El resultado es una huelga indefinida que la empresa ha calificado de «abusiva» e «irresponsable».
Pulso a la compañía francesa
Lo cierto es que el conflicto laboral en el seno de Veolia le está saliendo muy caro a Bilbao. Tras una concesión rodeada de polémica, los trabajadores no han dejado de protestar contra la gestión de la empresa adjudicataria del servicio. Convocaron paros en mayo y julio de 2008 y junio de 2009, pero el verdadero pulso a la compañía francesa se está librando ahora, con dos jornadas de paro consecutivas y una huelga indefinida en marcha.
La anterior negociación del convenio se tradujo, según datos de Veolia, en una pérdida acumulada de usuarios cercana a los 500.000, cifra que según explicó el director de la compañía, Manel Vide, «ha tardado un año en corregirse». Una huelga indefinida ahora «podría tener graves consecuencias económicas para la empresa», indican desde la dirección.
Mientras tanto la ciudad lleva dos semanas pendiente de un conflicto laboral que perturbará seriamente su rutina diaria. Hoy se reproducirán las imágenes de los dos pasados martes. Colas en las marquesinas para cazar alguna de esas 40 unidades que recorrerán la ciudad y autobuses atestados de gente. Con un agravante, esta vez el pronóstico meteorológico juega en contra de los usuarios y la huelga promete aguar el día a muchos bilbaínos.
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