ALGO MÁS QUE SUEÑO
MINUTO DE SILENCIO
He soñado que la gente de Otxarkoaga tenía el corazón lleno de esperanza porque, a pesar de las dificultades de la vida, pues a veces las cosas no salen como queremos, en el horizonte último de nuestra espera, siempre hay algo de cariño. ¿El amor? ¡Bah!, dice mucha gente, y miran por el rabillo del ojo a ver si les cae algo de cariño desde alguna esquina. Pero para que te caiga algo de amor hay que salir de uno mismo. He soñado que la gente del barrio se sale de sí misma para ir hacia otras personas, que nadie se encierra en el caparazón de su ordenador. He soñado que nadie ya en el barrio considera a “las otras personas”, sobre todo las que piensan diferente, como una “cosa”, sino como un “tú”. He soñado que el egoísmo desaparecía en el barrio y que quien se acerca a otras personas para conquistarlas, también es egoísta, y que egoísmo también es ponerse a sí mismo en el centro de todo, y que aceptábamos que el amor auténtico quiere que el otro sea más tú, que el hijo sea más independiente, que el amigo o la pareja sean más felices, que otro grupo o asociación, que no es el mío, también tenga éxito. He soñado que la gente daba, se daba, a cambio de nada, porque sí. Aún sigo soñando.
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