Bulling
Esta tarde en la escuela uno de los alumnos ha aparecido “marcado” con un gran cardenal. Sabemos que es un chaval “débil” (al menos lo parece), con el que cualquiera puede meterse. También sabemos cómo es el que le ha “marcado”. El es el fuerte, el que puede con todos y todo, el que no le teme a nada. Los que le conocemos podemos afirmar que es muy frágil, que sus debilidades son muchas y profundas. La apertura de un expediente no se ha hecho esperar. Es, sin duda, lo que hay que hacer en estos casos. Pero, a mí el suceso me ha llevado un poco más allá. Al mecanismo “diabólico” que se esconde en el hábito de “marcar” al otro para esconder, la propia debilidad, la fragilidad de una inseguridad que no quiere manifestarse. Es un mecanismo que parece no tener sentido. Pero que yo conozco muy bien. No hace mucho decía aquí mismo que estaba pensándome. Por eso reconozco fácilmente el mecanismo del que hablo. Lo he usado tantas veces… Es difícil corregirlo, así que es muy posible que vuelva a utilizarlo, Pero, hoy siento de corazón que debo pedir perdón (no un perdón literario, no, un perdón de verdad, de los de la vida cotidiana) a los que lo habéis sufrido demasiadas veces: a Pili, a Jonan y Mikel, a los amigos, a los más y a los menos cercanos, a los que trabajáis conmigo,… Que sepáis que esta parte de mi no me gusta y que va a cambiar. Y otra cosa bien distinta: he comenzado a releer a Donna Leon (“Muerte en la Fenice”) porque la próxima tertulia literaria será con esta novela. Eso me ha llevado a repasar algunas cosas sobre novela negra. Desde aquí os invito a conocer dos webs: la balacera y la gansterera (esta última ya la conocía por Txutxi). Buscadlas en google, para tener la referencia exacta. Alguno de estos días meteré las direcciones en una de las columnas del blog. Y si alguien piensa que esto no es educar en Otxarkoaga, está equivocado.
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