Ritmos integradores
Cincuenta alumnos con discapacidad intelectual del Centro Formativo de Otxarkoaga participan en una clase de música de la mano de Kepa Junkera
Un grupo de unos 50 alumnos del Centro Formativo Otxarkoaga irradia ilusión y felicidad a media mañana. La razón no es la llegada de la primavera, ni que luzca el sol, sino una clase de música muy especial que cuenta con un maestro de excepción; no es otro que Kepa Junkera.
Esta actividad está encuadrada dentro del Programa de Aprendizaje de Tareas que desarrolla el centro y Kepa Junkera contó con la colaboración de Antton Calleja, docente del centro y albokari del grupo Percussion Confussion. "Utilizamos la música como elemento motivador", asegura José Antonio González coordinador de este programa que trabaja con jóvenes de entre 16 y 20 años con algún tipo de discapacidad intelectual, con el que se intenta "mejorar sus capacidades y facilitar su inserción laboral".
Comienza la clase en un aula abarrotada. Los jóvenes miran a Junkera con una mezcla de curiosidad y admiración. Atienden a sus explicaciones teóricas en las que el músico explica el funcionamiento de varios instrumentos entre los que, cómo no, figura la trikitixa. "Este instrumento es especial porque cada nota tiene dos sonidos diferentes: uno si abro el fuelle y otro si lo cierro", explica Junkera ante los atentos alumnos.
voluntarios con ritmo Las explicaciones teóricas son una excusa perfecta para romper el hielo, lo mejor y más animado está por llegar. Junkera pide voluntarios para tocar instrumentos. Los entregados alumnos no fallan y pronto aparecen los primeros valientes. Tocaron la txalaparta, makilas sobre un tatami… "Es impresionante el sentido del ritmo que tienen", se sorprendía Junkera. "La música es un lenguaje mágico que conecta con ellos a la perfección", continua el músico al que se le ve muy entusiasmado con la experiencia. Por su parte, Antton Calleja, docente del centro y músico, explica que se siente "muy bien porque les hace partícipes de algo que a mí me gusta y de esta forma disfrutan".
Más de uno ya ha experimentado lo que es tocar un instrumento musical, así que empieza la fiesta. Kepa Junkera y Antton Calleja tocan temas muy conocidos para el público. Pero cada uno de los jóvenes tiene su protagonismo en las canciones. Cajas chinas, timbales, y un cajón atronaban junto a la trikitixa de Junkera y la alboka de Calleja. El himno de Athletic, la canción de Marijaia y Aurrera, aurrera Athletic dieron ritmo a una clase tan especial como animada. Algunos salían a bailar, mientras los profesores miraban a sus alumnos con una mezcla de admiración y alegría. Otros, por su parte, con cámaras de vídeo y fotos en mano, inmortalizaban estos momentos. "Es un orgullo ver cómo se sienten contentos", afirmaba González, quien está impulsando este programa con el propósito de que este grupo de chavales "conozca la sociedad y que esta, les conozca a ellos".
preguntas y regalos Kepa Junkera ha podido relacionarse con ellos y a la conclusión de esta actividad, su impresión es inmejorable: "Son un público muy agradecido, sincero, espontáneo y con mucho ritmo". El músico fue objeto de las preguntas de los chavales. Alguna de ellas referente a tocar el himno del Athletic en La Catedral. "Espero que un día me inviten a tocar el himno en San Mamés", respondió. Formuladas las preguntas, los alumnos de esta clase especial muestran su agradecimiento al músico entregándole unos regalos artesanales hechos por ellos. "Son una inyección de sensibilidad muy grande", comentaba Junkera.
Acabado el acto, todo son rostros felices. Los alumnos sonríen, los profesores disfrutan y se fotografían con el músico y tanto Junkera como Antton Calleja se muestran satisfechos. "Después de esta experiencia, estoy con ganas de hacer otra iniciativa de este tipo", decía Calleja. "Es muy bonito verles felices haciendo actividades como esta, sobre todo, cuando trabajas con ellos día a día", prosigue este profesor apasionado de la música.
Junkera se quedó con ganas de más. "Me he quedado con las ganas de que se hubiesen pegado unos cuantos bailecitos más", indica este músico universal que admite que le "gusta colaborar con estas iniciativas", ya que para él "también supone un aprendizaje muy grande en cuestiones como el trabajo con jóvenes discapacitados".
Esta actividad ha superado con nota -nunca mejor dicho- las expectativas tanto de alumnos como de Junkera y Calleja. "La sociedad les tiene presentes solo en fechas puntuales y hay que tenerles en cuenta en el día a día", apunta José Antonio González, que con estas actividades trata de que la relación entre la sociedad y estos jóvenes sea más fluida.
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