ULTIMA CLASE
Escrito en un aula mientras los de 4º A hacen el "control final de curso".
Esta es la última hora lectiva de mi vida como docente. Recuerdo que ayer me preguntaron: "¿Tú te dedicas a la docencia, no?" Y empecé a titubear. Yo, que tengo repuestas rápidas para casi todo. ¿Docencia? O sea, ¿enseñanza?. "Pues no estoy muy seguro", contesté. "Yo trabajo de profesor" Es decir, – pensé – la categoría profesional que aparece en la nómina de todos los meses es esa: "profesor".
Luego vino la segunda pregunta; más complicada, aún: ¿de qué das clases?" "Pongamos que de lengua española", zanjé. ¿De qué da uno clases en esta escuela (que lo pueda entender cualquier interlocutor)? ¿Hay alguien que sea profesor en esta escuela? ¿es esa la palabra que mejor define nuestro trabajo en esta escuela?
Recuerdo cuando era profesor, cuando enseñar era uno de los componentes esenciales de mi trabajo. Enseñar y educar no son contrarios, pero tampoco lo mismo. Siempre el trabajo de profesor unirá (o deberá unir) ambos componentes. Siempre, creo, deberá primar la educación, es decir, el acompañamiento hacia la edad adulta, la edad en la que uno se hace el primer responsable de su vida cotidiana: meta hacia la que se tiende y nunca se llega, utopía de un mundo plenamente humano.
En esta escuela tenemos claro que nuestra labor, sin renunciar a ello, tiene poco que ver con el almacenamiento de conocimientos. Por eso, debe quedar muy claro que somos educadores y esa debe ser nuestra (vuestra) pasión.
El ciclo que se abría con ese blog, como veis, va llegando a su final por todos sus puntos cardinales: última excursión, última clase… Apenas quedan las últimas evaluaciones y los últimos ratos con los compañeros. Por todos los puntos cardinales excepto por el principio del título del blog ("educando"), que nunca tendrá final y me sobrevivirá.
//andreslopezibarrondo.blogspot.com/">Andrés López
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