Bilbao multiplica por seis la revisión de fachadas
Faltan las revisiones en parte de Otxarkoaga, Sarrikue, Arabella, Zurbaran, Vía Vieja de Lezama y Tutulu.
El accidente mortal ocurrido el 26 de octubre de 2010, cuando una joven murió al alcanzarle los cascotes que se desprendieron de un balcón en un edificio de viviendas en la Gran Vía, ha dado un vuelco a las estadísticas sobre la inspección de fachadas en Bilbao. Si antes se manejaban cifras de más de 200 revisiones al año, en los últimos ocho meses se han realizado 1.159, según datos facilitados por el concejal de Urbanismo, Ricardo Barkala. El programa especial que se puso en marcha a raíz de la conmoción generada por el suceso continuará hasta otoño y se espera alcanzar las 1.400 inspecciones, seis veces más de lo habitual. En una de cada cinco se descubren desperfectos que obligan a las comunidades de propietarios a acometer reparaciones.
En el momento del siniestro, el número 56 de la Gran Vía no había cumplido los 50 años de antigüedad que se toman como referencia para la Inspección Técnica de Edificios, un proceso que el Gobierno vasco se ha comprometido a poner en marcha después del verano. Esta circunstancia, unida a la alarma social alimentada por otros incidentes -por fortuna, sin graves consecuencias- llevó a la subárea de Disciplina Urbanística a reforzar las inspecciones de los edificios de la ciudad con independencia de su año de construcción. Hasta entonces, se tramitaban «algo más de 200 expedientes al año», indica Barkala. Un tercio se abrían como consecuencia de actuaciones de los Bomberos por la caída de cascotes, otro por denuncias de ciudadanos y el resto por iniciativa de los propios inspectores, que realizan inspecciones oculares.
La campaña especial de revisión comenzó en noviembre y se centró en el Ensanche, por ser la zona más transitada y la que concentra más elementos ornamentales con riesgo de caída. Se ha ido extendiendo progresivamente a la práctica totalidad de la capital vizcaína, descontando el ámbito de influencia de Surbisa -Casco Viejo y Bilbao La Vieja, con sus propios controles- las zonas de reciente construcción como Miribilla y Mina del Morro y las viviendas unifamiliares rodeadas de zonas privadas.
Ahora sólo quedan pendientes las inspecciones en parte de Otxarkoaga, Sarrikue, Arabella, Zurbaran, Vía Vieja de Lezama y Tutulu. Barkala cree que se acabará en otoño y para entonces se habrán abierto 1.400 expedientes. En uno de cada cinco se dictan órdenes de reparación, muchas de ellas para realizar obras de bajo coste que no suponen un riesgo inminente. «La reacción de las comunidades ha sido muy positiva», asegura. «A menudo van mucho más allá de lo que se les exige y acometen arreglos de las fachadas completas. También es cierto que antes del accidente de 2010, que puede ocurrir en cualquier ciudad, ya se veían muchos andamios».
El proceso empieza con una inspección ocular, con prismáticos, por parte del jefe de la subárea. Luego un aparejador toma fotografías para comprobar los daños y si es preciso se hace una advertencia a la comunidad. Normalmente se da un plazo de dos meses para realizar los arreglos -según su envergadura puede ampliarse hasta un año- y es habitual que se pidan prórrogas. Si el peligro es inmediato, se avisa a los bomberos. «Nada nos garantiza la seguridad al 100%, pero la inspección ha sido exhaustiva y entendemos que la ciudad tiene una calidad de fachada más que razonable», concluye Barkala. Tras el «arreón» de esta campaña, se harán otros controles «más suaves y planificados en el tiempo».
Últimos comentarios