31 DE AGOSTO POR LA TARDE
31 de agosto. Por la tarde. Parece que algo se acaba. Sin embargo, mañana por primera vez en muchos años faltaré a la cita del 1 de septiembre porque no se ha acabado. No piense nadie que me vaya a dar mucha pena. Cierto que me acordaré de mucha gente, de muchos momentos de programaciones, de ilusiones (y bolígrafos) nuevas, a estrenar, de enterarme cómo han ido muchos veranos, de la repetición una y otra vez de ese diálogo: “Hola, ¿qué tal?” “Hasta ayer muy bien”. Cierto que tendré un momento para la melancolía, pero estoy muy contento de haber acabado ese ciclo de mi vida y de dejarme ir todavía durante septiembre… a ver si me pilla el buen tiempo. Los que estéis al borde del estrés postvacacional, recordad que dentro de dos días vuelve a ser fin de semana. Acabo de terminar de leer “La higuera”, de Ramiro Pinilla. Tenía muchas ganas de leer algo suyo, pero no se si he elegido bien. Me ha resultado extraordinariamente “extraña”. Menos mal que siempre podemos volver a los clásicos y Shakespeare sigue siendo una gozada. Ahí tenéis a Macbeth. Y si a alguien le da una cierta grima leer algo tan antiguo, os recomiendo (sigo “repasando” “mi” teatro) “La visita de la vieja dama” de F. Dürrenmatt. No os olvidéis, aunque no entendamos mucho lo que significa todo este lío de la deuda, que quieren reformar la Constitución, o sea la base de nuestro sistema político, legal,… sin contar para nada con nosotros. Ellos se bastan y se sobran.
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