Viviendas para estudiantes a 40 euros a cambio de trabajo social en el barrio
Convocar una rueda de prensa en la sala de estar de una casa de estudiantes no es algo normal, pero más inusual es pagar en Bilbao 40 euros mensuales por el alquiler de una habitación en un piso compartido. Por eso, ayer fue un día especial para 26 alumnos de postgrado de la UPV ya que el Ayuntamiento les entregó las llaves de diez viviendas recién reformadas por este módico precio. Como contrapartida, los inquilinos deberán participar en proyectos comunitarios y apoyar a colectivos en situación de vulnerabilidad de sus nuevos barrios: Bilbao La Vieja y Otxarkoaga. Dos lugares con una fuerte identidad propia y con una larga tradición en el movimiento vecinal.
La iniciativa se enmarca dentro del programa 'Viviendas Municipales para Jóvenes Solidarios' y cuenta con el apoyo de la Unión Europea a través del proyecto 'Rehabitat'. Los beneficios de esta idea son múltiples. Por un lado, se facilita el acceso a un lugar donde vivir a jóvenes universitarios al tiempo que se les anima a sumergirse en la vida social del barrio. Por otro, los participantes acumulan experiencia en el mundo de la colaboración y el voluntariado mientras que su trabajo revierte en la propia comunidad donde habitan.
Para Ricardo Barkala, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Bilbao, «la regeneración social de estos dos distritos ha ido más lenta que su transformación urbanística. Por eso, esta propuesta supone la inyección de capital humano joven y cualificado en estos vecindarios».
Los afortunados han sido elegidos a través de un proceso de selección al que se han presentado más de 100 personas. En la mayoría de los casos se trata de jóvenes que estudian masters vinculados con el mundo de la ayuda social.
Es el caso de Fernando Galindo, un estudiante de Cooperación Internacional para quien éste es su segundo año dentro del programa. La temporada pasada estuvo viviendo en Otxarkoaga al tiempo que colaboraba en un programa de radio local dedicado a temas solidarios. Durante este curso académico se mudará a San Francisco.
Para este muchacho mexicano la experiencia vivida resultó ser «muy positiva» y lo que más valora de este proceso es « lo que se da y se recibe». «Yo aporto todo lo que puedo con mi trabajo a la comunidad y a cambio recibo su cariño y un hogar», apunta. La experiencia me ha servido para quitarme la venda de los ojos. Además, me he dado cuenta de que no hace falta irse tan lejos para ayudar a la gente», confiesa.
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