DÍA DE MERCADILLO
MINUTO DE SILENCIO
Son las ocho y cuarto de la mañana. La policía municipal cumple con su trabajo y despeja de coches el espacio dedicado al mercadillo. Es su tarea, aunque la multa y las gestiones burocráticas no habrán hecho mucha gracia a los conductores que no han tenido en cuenta la prohibición de aparcar, hoy, en este espacio. Es día de niebla, hierros que se ajustan, plásticos, cajas, perchas, colgantes, voces, idas y venidas. Día brumoso, ni frío ni calor. Se va animando la concurrencia. No es día de lluvia. No es día de tristeza para quienes basan su economía en este sistema de venta. Mujeres, sobre todo mujeres, comprando y vendiendo. Algunos de ellos –a los varones me refiero- han descargado la mercancía y charlan en la acera. Se acercan las dos de la tarde y el gentío se aleja. No ha sido un mal día para la venta, miércoles pero día de fiesta. Más ruidos y furgonetas. Movimiento humano. Música pachangera. Plásticos, papeles, cajas, cartones, perchas, piezas desechadas… han acabado en el suelo y en la hierba del parque. Hoy no hay viento, aunque los días en que esto sucede todo vuela y se cuelga en la valla que protege la autovía. La policía municipal no actúa, aunque se llena de basura el espacio dedicado al mercadillo y también los alrededores. Varias horas después, un amplio despliegue del servicio de limpieza deja la zona limpia. Contradicciones de la vida.
pepe
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