Carlos García, único concejal del PP en Elorrio:»¿Sin escolta? Ojalá, pero…»
Desde el pasado jueves, en el País Vasco prácticamente todo el mundo habla del cese de la violencia de ETA. Sin embargo, este no ha sido tema de conversación entre Carlos García y el resto de concejales de Elorrio, Vizcaya. Él mismo también parece algo sorprendido pero lo cierto es que este bilbaíno acudió el lunes a la localidad de la que es concejal por el PP, participó en dos comisiones, y el tema no afloró.
Hay que tener en cuenta que desde que su voto sirvió para romper el empate a seis concejales entre Bildu (la fuerza más votada en las pasadas elecciones municipales) y PNV siente la frialdad de los representantes de la izquierda abertzale. Incluso habla de odio. Con los peneuvistas, a los que 'regaló' la Alcaldía, la relación es cálida. "Tomamos juntos cafés, nos reímos", rememora.
Nunca he entrado a la herriko taberna
El lunes salió temprano de su casa, en Otxarkoaga, un barrio obrero en el que la izquierda abertzale tiene un fuerte peso. "No. Nunca he entrado a la herriko taberna, pero a la casa del pueblo del PSE suelo acudir a menudo", reconoce.
Salió temprano de casa, escoltado, como todos los días, por dos guardaespaldas. Por seguridad, le recomendaron evitar la presencia de un periodista acompañante en el vehículo. Llegó a Elorrio, participó en dos comisiones municipales y regresó a Bilbao, en donde tenía apalabrada una comida.
Carlos es soltero, y de momento sin compromiso, tras una larga relación que no prosperó.
Más tranquilo
Admite que desde el jueves está más tranquilo. "Aunque más que yo lo notan mis padres, mis amigos. Al fin y al cabo, ya estábamos en tregua. No ha cambiado tanto la situación". ¿Significa que confía en ETA? "Yo me atengo a los hechos, y de momento no matan. Pero hay que lograr que la situación sea irreversible", proclama. Irreversible es la palabra que más repite. Quizá entonces pueda salir a la calle sin guardaespaldas. Pero no sabe poner una fecha. "Ojalá fuera mañana", reflexiona. Aunque no lo ve claro. "Porque aunque ETA no mate, hay personas que me ven como a un objeto, no como a una persona. La violencia lleva presente mucho años, ha calado en gente de la calle y cualquier desalmado te puede hacer algo", explica.
De momento, nadie le ha dicho que le retiran la escolta. Él lo prefiere así: "Porque el miedo es libre". Cree que los mensajes que manden ETA o Bildu sobre la reconciliación pueden influir en la actitud que mantengan las personas próximas a la izquierda abertzale con los amenazados como él. Para la pregunta: ¿entrarás algún día en una herriko taberna?… todavía no tiene una respuesta. De momento, no tiene intención. Aún es pronto, incluso "para tomar un café" con los concejales de Bildu de Elorrio.
También es demasiado temprano para acercarse a la herriko más próxima y hacerse una foto que pueda publicarse en la prensa. Cree, además, que se podría malinterpretar. Si se le pide que explique qué esfuerzos está dispuesto a hacer por la reconciliación, Carlos narra cómo su comportamiento ha sido siempre correcto y educado con los ediles de Bildu de Elorrio. Pero tampoco se priva de decir que ahora el paso hacia esa reconciliación les corresponde "a ellos". Porque él lleva con escolta desde los 21 años, fue vecino del etarra Txeroki… "y lo primero, que esto sea irreversible…", repite.
Un gesto por las víctimas
La izquierda abertzale está elaborando un texto en el que se analiza el dolor que han sufrido las víctimas en el País Vasco. El texto será presentado a las bases en las próximas semanas y también incorporarán al debate agentes sociales externos a la propia izquierda abertzale. Será la primera vez que este colectivo realice una reflexión sobre el sufrimiento de las víctimas de ETA.
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