REGENERACION MORAL EN EUSKADI
El 20 de octubre será sin duda un día para el recuerdo, el recuerdo del momento en el que la banda de criminales etarras soltaban la pistola mientras los demás agarrábamos la libertad, que sin duda, se palpa áspera, fruto de una sociedad construida durante décadas en pilares como la negación, el olvido o la justificación.
La sociedad vasca necesita, necesitamos regenerarnos moralmente de todo lo que hemos interiorizado, de todo lo que hemos hecho, no hecho y visto. Algunos hablan de la terrible década de los ochenta. Yo no. Hablo de hace cuatro años, cuando tras la muerte de otro ciudadano a manos de ETA, Isaías Carrasco, decidí colocar unos carteles en contra de los pistoleros en el templo del saber que es la Universidad. La gente miraba extrañada, otros se mostraban ojopláticos, y otros simplemente violentados. Estos últimos, tras varios insultos y abucheos rompieron los carteles, y allí nadie dijo nada. En privado, diferentes personas me felicitaban, o incluso me daban las gracias. Había temor a decir lo que uno pensaba… ¡en la universidad! Imperaba por un lado la ley del silencio, la de los posicionados en contra de la barbarie, y por otro la ley del puño, la de los que la apoyaban. Ahora extendamos esto a todo lo ocurrido en Euskadi, desde este nimio incidente hasta el asesinato más flagrante y despreciable.
La sombra de la violencia estará presente en nuestras vidas particulares y en la sociedad en general. Cada silencio, cada asesinato, cada víctima, pesa como una gran losa en nuestra sociedad, que sólo lo podrá superar a través de otras losas, morales, tales como la concordia, la empatía, la memoria y la voluntad de convivir juntos, sin lucha, sin armas, sin fuego… Con paz.
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