Conflictos emocionales y familias «en Big Bang»
Un 2,93% de absentismo, ¿es mucho o poco? «Menos del 1,5% no tiene nadie, y la media en Euskadi puede rondar el 2%», explica Javier Etxeguren. El coordinador del programa de mediación escolar en Bilbao cree que es engañoso hacer comparaciones, porque el nuevo registro hacer aflorar situaciones que antes pasaban desapercibidas. Está convencido de que «no hay absentistas crónicos, aunque puede que algún caso entre todos lo cronifiquemos». Las familias «son conscientes de que tienen problemas» y en general se muestran «colaboradoras». En ocho años «nunca» le han pedido la identificación al llamar a la puerta de una casa.
En las visitas domiciliarias ha encontrado lo que llama familias «en Big Bang, que están a punto de romperse aunque nunca han sido localizadas» y guardan las apariencias. Por eso, pese a la concentración de casos en Ibaiondo y Otxarkoaga-Txurdinaga, se resiste a generalizar. «Sólo hay más rotos en algunos barrios que en otros, pero incluso en los más desfavorecidos la gran mayoría de los niños van a clase». Parte de su trabajo consiste en «reactivar a las familias», aunque todo es más complicado en Secundaria. «Es un salto que se produce en tres meses, más difícil de gestionar. Llevar a un chaval al instituto es fácil, lo importante es mantenerlo», explica.
«Material inflamable»
Entre los 12 y los 16 años, los mediadores se encuentran con alumnos «que se sienten descolgados, ven que no llegan. Les faltan habilitades sociales y algunos tienen conductas disruptivas». La adolescencia es «material inflamable» y él es partidario de utilizar «zanahorias» y pequeñas metas como antídoto contra la frustración. «Si un chaval pincha en lo personal, es muy difícil conseguir resultados académicos», asume. Más que en el fracaso escolar, «donde está el riesgo es en los conflictos emocionales. He visto casos de depresión infantil, chavales que no salen de casa en todo el día. No es ningún capricho».
La experiencia le dice que el absentismo «no es algo estructural». La mayoría de los alumnos «suelen tirar para adelante. El objetivo no es que aprueben, sino crear las condiciones que les permitan dar el salto a la vida como ciudadanos», concluye. «Saber comportarse, convivir con los compañeros, aguantar la presión y los días malos» son asignaturas que todos deberíamos aprobar.
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