PARQUE EUROPA
MINUTO DE SILENCIO
Me encanta pasear por el parque Europa. Hace una treintena de años era una vaguada invadida por la hierba, rodeada de vallas que la gente tumbaba para pasar y nadie las arreglaba. Aún recuerdo un concierto de Miguel Ríos, en 1982, con mecheros encendidos y ninguna controversia. Claro que entonces no había hierba cuidadida, ni tantos árboles, ni parques infantiles, ni paseos asfaltados, ni invernadero, ni personas tomando el sol, ni templetes. No es extraño que con sus 107.000 metros cuadrados muchas personas incluyamos su territorio en nuestros paseos familiares, o lo convirtamos en “ruta del colesterol” quienes debemos cuidar algo más que la figurita. En este controvertido parque hay personas que se preocupan de verdad por la ecología y les duele que un ambiente tan adaptado a lo humano se pueda destrozar. Lo entiendo. Otras personas consideran que una fiesta no debe empañar un logro que tiene una veintena de años. Lo entiendo. Otras concluyen que la presencia de “determinada gente”, la suciedad, los conflictos, deben estar en otro lugar, y no al lado. No sé qué significa eso. También se habla de ruidos excesivo. Entiendo lo que significa, y soy de las personas a quienes molesta el ruido excesivo, pero no entiendo por qué allí sí, y no aquí. También creo que en un lugar como ése el comportamiento de la ciudadanía debe ser exquisito, sin dejar ni un solo clínex o un solo vaso de plástico en el suelo, pero esa es una historia de gente respetuosa y educada, también entre los defensores de un proyecto, y de los detractores, y de las personas asistentes… En el fondo, de eso es de lo que tenemos que hablar, pero aquí somos ciegos y sordos
Pepe Serna
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