La mirada colectiva para mejorar la ciudad
María Eugenia Ramos Pérez y Yolanda Muñoz Hernán trabajan en temas de mediación e integran la Fundación Gizagune en Bilbao, País Vasco. Vinieron a la Ciudad de Buenos Aires invitadas por el Consejo Económico y Social porteño a dar una serie de charlas sobre Planificación Participativa, un tema fundamental para que los procesos de transformación urbana resulten exitosos. “Sobre este tema se dice que se hace mucho pero esa no es la realidad. Esto sucede porque no se permite que la gente llegue a construir su propia visión sobre la problemática del lugar que habita, sino que se la induce, o se la manipula, y no se la integra a la hora de tomar decisiones. La CABA, está muy lejos de incorporar la participación ciudadana en los procesos planificación”, reflexionó Sergio Abrevaya, presidente del Consejo Económico y Social al introducir a las especialistas invitadas. Y agregó que Ramos Pérez y Muñoz Hernán realizaron una experiencia excelente de participación ciudadana a través del programa “Imagina” en Otxarkoaga, un barrio de muy mala fama de Bilbao. A lo largo de los cinco años que duró su intervención lograron cambiar la imagen y la realidad del lugar.
“Imagina” es un programa de transformación de la realidad comunitaria desde la participación de todos los actores que conforman un barrio. ”Trabajamos con la gente para tratar de cambiar la situación en la que se encuentra. La actitud es proactiva, buscando promocionar la buena convivencia”, introduce Muñoz. Para que el proceso logre una real transformación aclaran que es necesario contar con un acuerdo de voces que debe incluir al poder político y no considerarlo un “enemigo”. Una metodología clara y precisa otorga a los resultados legitimidad. “Es difícil que algún funcionario eche para atrás un proyecto en el que han sido consultados y participado 2000 ciudadanos”, ejemplifica Muñoz.
Las claves para que un programa como Imagina resulte exitoso es conseguir que la gente participe pero no para comunicarles que es lo que el municipio piensa hacer en ese lugar sino para consultarles qué es lo que necesitan. El análisis para llegar a un diagnóstico puede llevar 6 meses, y se empieza con un muestreo que incluye entrevistas -que aclaran, no es lo mismo que “encuestas”- a grupos representativos de los diferentes sectores sociales de esa comunidad. Por ejemplo, para una comunidad de 17.000 habitantes se realizan 800 entrevistas y se logra un grado de fiabilidad del 99%. Los resultados, asegura Ramos Pérez, no suelen tener que ver con lo que los funcionarios esperaban. El plan completo tiene seis fases que incluyen la elaboración de un informe con una devolución a los vecinos sobre lo que dicen las encuestas pero también lo que “no dicen”, porque éstas son las problemáticas que ya se sabe que existen y las que la gente se acostumbró y no nombra. Luego se convoca a las personas a trabajar para proyectar la visión de cómo les gustaría que fuera ese lugar. Y se proyecta “el sueño”: ¿cómo seria el barrio que esa comunidad quiere tener?. Para llevarlo adelante se realiza un plan de acción que se trabaja en conjunto con el municipio, los técnicos y los vecinos estableciendo plazos a corto, mediano y largo plazo con un seguimiento y evaluación posterior.
"Imagina" se realizó en los barrios Otxarkoaga, Bilbao, Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala y en el municipio Elgoibar. Experiencias similares se realizaron en la Ciudad de Buenos Aires, “Hace unos años laAsociación Visión Compartida desarrolló con la misma técnica Imagina Buenos Aires, Soñar Flores, Soñar el Barrio Recoleta, pero aún siendo gobiernos de distintas épocas, a diferencia de Bilbao, no llegaron a entender la importancia de tomar lo que surgía de la visión de la gente”, cerró Abrevaya.
Espacio público, desarrollo urbano, vivienda, educación, salud, equipamiento, movilidad, seguridad y participación, entre otros temas están en la agenda de este tipo de programas. En la CABA los procesos participativos están en manos de jefes comunales, ONGs y asociaciones de vecinos pero todavía sin una comunicación abierta con los tomadores de decisiones y el poder político. Experiencias como Imagina muestran que instalar el diálogo es posible.
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