MAÑANA DOMINGO VUELVE «AULLIDOS DE OTXAR»
Lugar: Harrobia eskena
Hora: 19 horas.
Se construyó en tiempo récord y la historia que le vio nacer levanta tantas ampollas como chabolas se edificaron entonces. Otxarkoaga acogió en poco más de un año 3.672 viviendas, cuando entonces lo habitaban unos 35.000 vecinos, convirtiéndose en un modelo de desarrollo urbanístico en la década de los 60. El poblado que se levantó sobre calles sin urbanizar y que delataba numerosas carencias –fruto de su uso como laboratorio de experiencias arquitectónicas– ha sido testigo de muchas vivencias, de esas que quedan clavadas en las retinas de sus vecinos o, simplemente, les llegan por herencia. La propaganda franquista, la expropiación de caseríos a baserritarras o la ilusión de un nuevo hogar para sus vecinos durante los primeros años convivieron con la pérdida de 450 jóvenes en los años 80, víctimas del azote de la heroína. Son sólo algunas de las etapas más duras que se han vivido en el barrio y permanecen imborrables. Esas imágenes se unen ahora a otras, nuevas y mejores, para dar fe de que lo que no mata, hace más fuerte. Y así lo gritan, a voces, los miembros de la comunidad.
Con el objetivo de reivindicar una nueva historia que sane esa huella y haga del barrio un lugar amable mediante la implicación de los propios vecinos, hace cinco años nació el proyecto ‘Imagina Otxarkoaga’. En él se enmarca una realidad que va tomando forma para demostrar que, efectivamente, tiene vida y ganas de resurgir. Lo hace de vez en cuando sobre las tablas del escenario Harrobia con la representación de ‘Voces en el parque’, obra que nació hace dos años –gracias a Utopian Escuela de Teatro de Getxo y Simulacro Teatro– y todavía hoy está inmersa en su desarrollo.
Narra la historia, pasado y presente de Otxarkoaga, en boca de sus vecinos: tal y como ellos lo vieron y vivieron, tal y como han querido representarlo, aderezado con música, bailes y confesiones. Los artistas, 25 en total, tienen desde los siete hasta los 65 años. «Es difícil», confiesa la directora, Arantza Yurre. Urtzi Aio se encarga del entramado musical, ligado a la dramaturgia. Forma parte del teatro comunitario.
«Este tipo de representaciones se dan sobre todo en los barrios más desarraigados, porque la propia comunidad es la única que puede transformarse a sí misma. Ellos saben lo que está bien y lo que está mal pero son muy diversos. Tienen diferentes opiniones políticas e ideológicas», explica Yurre.
En el escenario, césped, un banco y poco más. Juegan, sólo puede hablar quien está sentado sobre la baldosa blanca, «no pueden pisar suelo inglés». Ellos dicen así las cosas. «Saben que en su sitio no les puede pasar nada y nadie les pueden censurar». Todos conviven para la creación, y es que con eso cuenta esta clase de teatro: con la memoria de los que están. Y los jóvenes, que no conocen esas vivencias, pueden revivirlas de alguna manera, conocerlas. «Eso es lo que les une, el teatro y su historia».
Lavado de imagen
La concejala responsable que coordina ‘Imagina Otxarkoaga’, Itziar Urtasun, del área de Fiestas y Atención ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao, afirmó durante la presentación del proyecto que es una iniciativa «importante» porque sirve «para recuperar la historia del barrio y para recordar muchos de los aspectos positivos» que tiene vivir Otxarkoaga. «Es un ejemplo de convivencia y es estupendo ver que personas de edades tan diferentes se implican con ilusión en un proyecto común».
No ha sido fácil representar todo lo que Otxarkoaga ha vivido y cómo ha cambiado, de una manera que siempre resulta muy comprimida. «Ellos tenían claro que querían cambiar la imagen del barrio, pero primero tenían que descubrir cómo era y conocerse a ellos mismos para saber en qué quieren convertirse», revela la directora. Para ello se han servido de libros, noticias y hasta vecinos que vivieron una época determinada y acudieron para contarla, a su manera.
Ensayan dos horas todos los martes. Aunque se trata de una obra completa, la historia es tan extensa que la van mostrando poco a poco, con retales que van uniendo para dar forma a un puzzle que cree la imagen global. «A lo que obliga también el teatro comunitario es a ir mostrando lo que se va creando, distintas escenas que hemos trabajado, como si fuéramos por capítulos. Porque nos reunimos una vez a la semana y hacer una obra con 25 personas que van y vienen… Si no fuéramos representándola, no nos verían nunca. Y el barrio necesita verlo. Verse. Al principio me parecía una blasfemia teatral, pero me he dado cuenta de que este es un teatro diferente. No es un grupo independiente, es un grupo de vecinos para vecinos».
Lo más difícil, cuenta Yurre, va a ser revivir en escena la época de la droga, en los años 80. «Es una parte muy dura de su historia, diezmó la población del barrio. Cuando la cuentan, en muchos de ellos hay dolor», afirma. Destaca también la historia de la huelga de Bandas –por la empresa Laminación de Bandas en frío de Etxebarri–, que se prolongó durante 163 días entre 1966 y 1967. Se considera uno de los acontecimientos más importantes del movimiento obrero de Bizkaia. «Hay gente muy joven que no conoce esa parte pero fue un momento muy importante en el barrio, fue la más larga de la industria en la época». Otxarkoaga impulsa el cambio, y lo hace encarnado en sus vecinos, que no se resignan. Ellos, como el barrio que les vio nacer, tampoco son los mismos. «Tienen un rol. Después de hacer teatro, de representar su historia y a ellos mismos, son diferentes. La gente que les ve les mira de manera distinta. Son su boca, se sienten identificados con lo que dicen aquí», revela la directora. Las representaciones son por y para los propios vecinos, los actores «necesitan hacerlo para el público».
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