Bronca en Bilbobus por un carrito
En ocasiones el ciudadano sale del rebaño y se rebela contra lo que considera una tremenda injusticia. Y no duda en plantarse ante las normas, sin importarle demasiado si su pequeña cruzada contra el mundo pueda perjudicar al resto. Aunque no termine de llevar la razón. Algo así ocurrió este domingo en uno de los vehículos de la línea 38 de Bilbobus, cuando una usuaria cargada con un carrito de bebé y una pequeña de la mano decidió subir al autobús, a pesar de la negativa cerrada del conductor. ¿El motivo? Ya había dos carritos a bordo y la normativa establece que no pueden viajar más al mismo tiempo en el espacio reservado para carritos y minusválidos. Sin embargo, la mujer decidió embarcar, desencadenando una acalorada discusión, que se prolongó durante más de quince minutos, y un enfado mayúsculo entre el resto de viajeros.
Los hechos, presenciados por ELCORREO.COM, tuvieron lugar en la tarde de ayer, pocos minutos después de las 18.00 horas en la parada de Bilbobus a la altura del número 31 de Alameda de Recalde. En la céntrica marquesina se agolpaba una larga fila de usuarios, ya que en ese punto convergen varias líneas que llevan hasta las barracas. Entre los ciudadanos que agurdaban pacientemente la llegada del autobús, se encontraban varios que tiraban de un carrito de bebé. Sin embargo, una de ellas, «harta» de ver pasar unidades llenas sin poder acceder, decidió plantarse ante la puerta del número 38, que une Termibus con Otxarkoaga. En un primer momento, el conductor le pidió disculpas e informó a la usuaria de que no podía subir, a lo que ella respondió que había visto pasar cuatro autobuses ya sin poder montar, y decidió subir las ruedas del carrito hacia el interior.
Gritos y reproches
La discusión entre el empleado de Bilbobus y la usuaria se prolongó durante varios minutos en la puerta mientras el resto de pasajeros esperaban. Y siguió dentro. A pesar de la negativa del transportista, la mujer decidió empujar el carrito hacia el interior del vehículo, obligando al conductor a salir de su asiento para explicarle que la normativa era clara: sólo dos sillitas, colocadas en el espacio habilitado y en el sentido contrario a la marcha. «Es por su seguridad y por la del bebé», no paraba de repetir el conductor, que no llegó a perder la paciencia ante las, cada vez más airadas y a mayor volumen, réplicas de la mujer que, se mantenía en sus trece a pesar de las miradas incómodas del resto de usuarios.
Tras consultar con los responsables del servicio, el hombre le insistió en que no podía arrancar hasta que bajara. Y el asunto cobró, entonces, tintes de sainete. Lo que empezó con algún cuchicheo entre los viajeros que asistían atónitos a lo sucedido terminó en gritos y reproches a la usuaria, que cubría su pelo con el hiyab. «Todo esto es porque soy inmigrante», llegó a decir. Fue entonces cuando los ánimos se caldearon de verdad. «Yo soy de fuera y cumplo con las normas, bájate ya», le espetó una joven, de nacionalidad rumana, que no dudó en levantarse de su asiento visiblemente enfadada.
Para tratar de atajar la incómoda situación, y cuando ya habían transcurrido quince minutos con el autobús parado en plena calle, el conductor le propuso a la mujer que plegase la sillita y se sentara de tal forma que la seguridad del bebé estuviera garantizada. Ante la propuesta, la mujer cedió a regañadientes, tomándose su tiempo para hacerlo. Con el capazo del pequeño, que a pesar de todo dormía ajeno al escándalo, la usuaria rebelde no dudó entonces en obligar a que una religiosa de avanzada edad y otra señora se levantaran para cederle el asiento. Casi 20 minutos después, el vehículo arrancó rumbo a las barracas en medio de una tensión que ni los cables que sostienen la noria del Parque Etxebarria.
La situación sólo es una muestra más de lo que sucede con frecuencia en el transporte público de cualquier ciudad. En Bilbao, la normativa municipal sobre el transporte de sillitas de bebé en Bilbobus no deja lugar a demasiadas dudas. El reglamento del servicio recoge «que las personas que transporten sillas de niño las lleven desplegadas en el espacio reservado para discapacitados físicos, cediendo la preferencia a éstos. Cuando este espacio esté ocupado deberán plegar la silla y transportar el niño en brazos».
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