La fuerza del barrio
“Yo a este me lo como”. Esa frase de Andoni Gago en la víspera de su combate contra el ruso Vitaly Shivanov dejó tranquilo a Mikel, su amigo “desde que nos subíamos a los árboles”. Ahora, a falta de tres días de que Gago defienda su título de campeón de España ante el catalán Marc Vidal, percibe la misma confianza y tranquilidad en el Machito. Por eso no tiene dudas de que disfrutará por todo lo alto en La Casilla. Él es uno de los fieles seguidores que el púgil bilbaino tiene en Otxarkoaga. Es ahí donde carga pilas, donde su cabeza se evade y descansa. Es su barrio, su lugar favorito: “Me he criado aquí y la gente me conoce desde pequeño. Saben cómo era y saben cómo soy ahora. Saben que sigo hacia delante. Yo estoy muy orgulloso de ser de Otxarkoaga y ellos valoran que ponga el nombre del barrio en todos lados, que se oiga que Andoni Gago es de Otxarkoaga. Para mí Otxarkoaga lo es todo, lo he vivido todo aquí y aquí tengo a toda mi familia”.
La pasión del boxeador por su barrio es recíproca. En Otxarkoaga el club de fans de Andoni Gago se hace notar intensamente estos días. “Andoni tenía mucho tirón aquí antes de ser campeón de España”, explica David, el presidente del club de fans, “pero ahora ha conseguido que dentro de veinte años se hable en Otxarkoaga de Andoni como de una leyenda. Otxarkoaga siempre está en el punto de mira como algo marginal y la gente necesitaba tener un referente. Gente que no conoce el boxeo y gente que no conoce a Andoni, se identifica con él totalmente”. Eso es algo que la tía de Andoni, Mónica, intenta convertir a través de las redes sociales en venta de entradas para la velada del sábado: “¡Me van a echar del Facebook por poner tanto anuncio!”.
Solo es necesario pasear un rato por el barrio con Andoni Gago para comprobar que despierta la simpatía de sus vecinos. De los comercios y de los bares sale gente para saludarle y animarle. El origen de ese cariño está en la metamorfosis del propio Gago. Begoña, otra tía de Andoni, recuerda cómo lo ha visto regenerarse: “Era un niño muy lindo e inteligente y luego un adolescente un poco mmmmm…. Pero luego es una pasada de persona. No puede ser más grande porque no ha crecido más. Mira lo que está demostrando después de haber pasado todo lo que ha pasado”.
“Para mí no ha cambiado nada porque sea campeón de España. Yo sigo con mi misma gente, mi trabajo, mi familia… Y ya está. Soy campeón, pero sigo igual”, reflexiona Andoni mientras camina hacia Ramoni. ¿Hacia dónde? “Hacia el Ramón y Cajal, mi colegio”. Una vez en la puerta, su memoria se escapa décadas atrás, cuando los chavales coincidían allí, bebiendo litros, con los yonquis que tenían montada una chabola. Se queda un segundo en silencio. Eran otros tiempos y otro barrio. Desde entonces él se ha transformado y Otxarkoaga también. Al final se trata de salir adelante, aunque sea a base de intercambiar golpes con la puta vida. De eso también sabe mucho Fidel García Larrainzar Larra. Es el regente, junto a su señora, de una tienda de golosinas frente al colegio. Hace muchos años también fue el entrenador del equipo de fútbol en el que jugaba Andoni: “Era el portero porque eso de correr…”. Pero si Fidel entiende lo que pasa por la cabeza de Gago es porque él también fue boxeador hace medio siglo. De su gloria y de los ganchos encajados son testigos los guantes que cuelgan junto a la puerta de la tienda, reliquias que el actual campeón de España del peso pluma no se atreve a tocar sin el permiso de su dueño: “Esas son cosas sagradas”.
“Este es un fiera”, dice Fidel de Andoni, aunque no puede evitar colar un golpe bajo: “A ver si gana el sábado, pero le veo un poco corto de fondo”. Gago se ríe, pero no le da la razón. Se siente preparado para el combate, para diez asaltos en los que se va a dejar todo para retener el cinturón: “Físicamente me encuentro muy bien, como en todos los combates que he hecho. Nunca hemos dado un tono malo. Y psicológicamente llego más motivado que nunca por la gente, por la expectación que hay y porque he trabajado con un grupo muy bueno en mi gimnasio”. Su hermano Rubén es una de esas personas que le han ayudado en su preparación. “Entrenar con mi hermano me ha ayudado mucho. Es muy exigente y me aprieta en cada entrenamiento”, dice. Como Juan Alberto, el hermano mayor, Rubén también sabe lo que es ponerse los guantes: “Siempre he dicho que entre los tres hermanos sumamos un campeón del mundo: el mayor tenía fuerza, yo técnica y Andoni todo eso más huevos y capacidad de sacrificio”.
“ESTO PARA MÍ ES LA BOMBA” El sábado se espera una buena entrada en La Casilla. Andoni reconoce que defender el título en casa es algo especial para él. “Para mí es la bomba”. Pero también puede ser un arma de doble filo: “La gente te anima y tú te pones el listón muy alto porque somos muy exigentes y siempre queremos hacerlo bien. La gente sabe que vamos a darlo todo. Sabemos que donde no llega la técnica, llega el corazón. Ellos van a estar ahí, pase lo que pase. Van a apoyarme y yo voy a ir a fuego a ganar”.
Una vez en el ring sabe cuál será su rol: “Yo soy el campeón y voy a demostrar por qué lo soy. Voy a ir a tope, eso está más claro que el agua. No tengo presión. Tengo ganas de hacerlo bien y es cierto que te pueden quitar el cinturón, pero vamos con la mentalidad de ganar, ganar y ganar”. Para retener el título deberá superar a Marc Vidal, “un tío alto que domina bien las distancias y que tira buenas manos rectas. Es más técnico, se mueve mejor de piernas que yo e intentará sacar provecho de su envergadura”. Para adaptarse a su estilo de boxear, Andoni ha entrenado con compañeros de estatura similar: “Él me puede llegar a distancia y voy a tener que estar presionando y entrando, sin dejarle pensar y agobiándole. Es lo que hemos trabajado y vamos a ir a por él”.
La hora de la verdad se acerca y Andoni sigue con su rutina de salir a correr a las 5.30 horas, antes de ir a trabajar como mozo de almacén. Al terminar la jornada laboral va directo al gimnasio. Esa es la clave del éxito: “No hay relajo. Por ser campeón de España hay que trabajar más todavía”. Pero es algo que no le cansa. “Necesito esa adrenalina”, dice. Además, para eso están los vecinos de Otxarkoaga que le animan a grito pelado cuando lo ven pasar. Nota que en el barrio y en todo Bilbao hay hambre de boxeo, por eso no duda en lanzar una petición y una promesa: “Hay que romper La Casilla. Estas son cosas puntuales que no suelen pasar siempre. La gente ya sabe que yo soy todo corazón y lo voy a dar todo. Me va a tener que dar fuerte para quitarme el cinturón. Si no, no me lo va a quitar”.
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