Clases a inmigrantes para saldar una sanción por hacer botellón
Una sanción por hacer botellón o gritar en la calle no tiene por qué desembocar en el pago de una multa económica. No al menos en Bilbao. El programa Adiskidetuz ofrece desde 2013 una alternativa para algunos jóvenes que desean saldar su deuda con la administración municipal de otro modo. Una opción que incluso ha llevado, en el caso concreto de algún joven infractor, a volcarse con el voluntariado tras cumplir la sanción y continuar impartiendo clases de castellano a inmigrantes, precisamente el castigo con el que trataba de conmutar una multa de 200 euros.
Este joven, que hoy tiene 25 años y prefiere no aportar su nombre, fue sancionado hace algo más de un año por hacer botellón. El Ayuntamiento de Bilbao le informó posteriormente de la posibilidad de beneficiarse del programa Adiskidetuz. Aceptó y decidió cumplir su sanción en la Cruz Roja de Abando. Tras una charla de dos horas junto a otros jóvenes, impartió durante 18 horas clases a inmigrantes y el castigo estaba saldado (cada hora de trabajo equivale a 10 euros de sanción). Sin embargo, la experiencia resultó tan gratificante para este graduado en Magisterio que decidió continuar.
Aunque no todos los participantes en el programa Adiskidetuz muestran una actitud tan llamativamente positiva, lo cierto es que la inmensa mayoría afronta la experiencia de buen grado. Los datos así lo reflejan. La primera fase de este proyecto tuvo lugar entre octubre de 2013 y marzo de 2014, y en ella participaron 62 personas. El 93% de los jóvenes indicó que recomendarían participar en esta iniciativa y el 100% valoró de manera satisfactoria o muy satisfactoria la gestión de este programa.
12 ABANDONOS De esas 62 personas que tomaron parte en el proyecto, 50 lo acabaron (81%), mientras que 12 lo abandonaron (19%). La mayoría de quienes abandonaron el proyecto lo hicieron por no acudir a las horas de formación previas (7 personas), aunque algunos decidieron finalmente abonar las sanciones (2 de esos 12 casos).
El programa inicia en esta recta final del otoño su segunda edición, con 64 participantes. Aunque en la primera fase tomaron parte algunos jóvenes mayores de 25 años, en esta ocasión se ha puesto el límite en esta edad y han quedado fuera 30 personas. Según indicó ayer la concejala de Participación Ciudadana y Distritos, Jone Unzueta, 28 de los participantes han sido sancionados por hacer botellón (43%), mientras que el resto lo han sido por otros actos incívicos (gritar en la calle, orinar en la vía pública…). En cualquier caso, siempre se trata de actos de una gravedad relativa castigados casi siempre con multas de 200 euros. Solo el 14% de los participantes son mujeres.
Los participantes en el programa podrán cumplir su sanción en una docena de centros u organizaciones. La Cruz Roja es una de ellas y Asami Díez, técnico en intervención social en Bilbao y Getxo, ha observado cómo afrontan los jóvenes este programa. “La Fundación Gizagune nos envía a los jóvenes y nosotros nos encargamos de buscar las actividades adecuadas para su desempeño. La inmensa mayoría vienen con muy buena actitud y muy dispuestos. En nuestro caso, han trabajado impartiendo clases de castellano, elaborando lotes solidarios de alimentos y montando los puestos de socorrismo en las playas, aunque en esta segunda edición algunos desarrollarán también tareas administrativas”, indica. Asami Ruiz fue testigo de cómo ese profesor de castellano decidió seguir más allá de esas 18 horas y, de hecho, es hoy uno de sus compañeros en esta entidad.
En la primera edición de este programa, el Centro Formativo Otxarkoaga fue tras la DYA y la Asociación Tendel del mismo barrio, el que recibió a un mayor número de jóvenes. Nancy Bilbao trabaja como orientadora de este centro con una amplísima oferta educativa (desde Secundaria hasta ciclos formativos pasando por cursos para parados).
“Consideramos que la experiencia era acorde a la filosofía del centro y decidimos involucrarnos. En general, han venido jóvenes universitarios que han sido sancionados por hacer botellón, adultos algo más mayores que han sido sorprendidos orinando en la calle y alguna persona que se encontraba en paro de larga duración. Casi todos vienen con una actitud positiva y cumplen el horario”, indica.
EXPERIENCIAS POSITIVAS También en este centro pudieron ser testigos de cómo la experiencia terminaba por influir más de lo esperado en el devenir de uno de los jóvenes. “Se trataba de una persona que estaba en paro desde hacía tiempo y que no tenía estudios. Su perfil era algo diferente y al conocer nuestro centro se apuntó en uno de los cursos que ofrece Lanbide para desempleados. Creo que es algo que fue muy positivo para esta persona”, añade Nancy Bilbao.
En el caso del Centro Formativo Otxarkoaga, los jóvenes que acuden decididos a cumplir con su sanción se dedican a cuidar el comedor del centro o a labores de mantenimiento. Todas las entidades que participaron en la primera edición del proyecto mostraron su intención de continuar y se han sumado algunas nuevas como Traperos de Emaus. Otras organizaciones que participan en este programa recibiendo jóvenes son el Instituto Foral de Asistencia Social, la ONG Solidaridad Internacional, el Centro de Día Igurco, la asociación de ayuda a la infancia Bakuva, la asociación Gaztaroa- Sartu o los centros educativos Miribilla y Lope de Vega.
Según indicó ayer el concejal de Seguridad Ciudadana, Tomás del Hierro, la iniciativa cuenta con el apoyo de la consejería de Justicia y Administración Pública del Gobierno vasco a través de una línea de subvención vinculada a la educación para la Paz y los Derechos Humanos. Un programa que propone una alternativa para afrontar una sanción económica y que quizá pueda servir para sondear nuevos horizontes.
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