Eskena apuesta por la emoción
Harrobia, espacio en el barrio bilbaino de Otxarkoaga, acogió el miércoles una fiesta íntima, donde actores y productores se abrazaron con guionistas y técnicos. Celebraban los 20 años de Eskena, la asociación de empresas de producción teatral de Euskadi. Eskena surgió en 1995, y lo hizo empujada por la necesidad de estructurar el sector y para buscar las mejores condiciones para el desarrollo de la creación escénica. En estos momentos, representa un 35% de la producción teatral vasca y al 50% de las compañías. Durante estos cuatro lustros, la presidencia de Eskena ha recaído en manos de seis personas: Pilar López, Josu Camara, Ana Pérez, Eneko Olasagasti, Pio Ortíz de Pinedo y Ana Pimenta. Cuatro de ellas hablan para este diario y repasan los retos que ha tenido que afrontar la asociación.
Josu Camara es un veterano. El de Kukubiltxo comandó Eskena durante seis años y se acuerda de que cuando accedió a la presidencia “la estructura todavía estaba en construcción, aunque llevaba cinco años de andadura. Eso sí, el debate entre estructura em-presarial y estructura de creación no estaba tan claro como ahora. Hasta la palabra empresa nos chirriaba. Debatíamos y había una gran energía. Algunos llegábamos de otra estructura, mucho más débil, como era la Coordinadora de Grupos de Teatro Profesional, cuando ni siquiera teníamos definido lo que era ser profesional. Recuerdo que había ganas de crear, y esa energía fue el germen de Eskena”.
El embrión de la asociación se gestó en las Jornadas de Teatro de Zumarraga, a la sombra de una reunión convocada por Joseba Gil. Eneko Olasagasti recuerda aquellos años primigenios y apunta que “las instituciones nos obligaban casi-casi a tener un ente que nos representara, y con Eskena vimos que eran mucho más receptivas con las propuestas que les hacíamos”. El donostiarra ostentó la presidencia durante ocho años: “Recuerdo que cogí una estructura consolidada, pero en la Junta Directiva el trabajo era voluntario, menos una persona contratada. En 2005, nuestra capacidad de trabajo estaba limitada y fue el momento en el que nos planteamos profesionalizar Eskena y reforzar la relación con las instituciones. Nos planteamos firmar un contrato-programa que durara cuatro años, con actividades más a largo plazo”.
Hacia 2006 y 2007, Eskena afrontó una nueva etapa con Pio Ortiz de Pinedo. Además, el de Hortzmuga llegaba del mundo de la gestión. “Es lo que necesitábamos”, ataja Olasagasti. Ortiz de Pinedo heredó muchos de los logros de la anterior directiva (en la que también participó), pero Eskena quiso dar un paso más en su andadura: “Iniciamos una reflexión estratégica, con la ayuda de una consultoría. Estábamos en proceso de consolidación e hicimos un diagnóstico de cómo estábamos por dentro, para luego poder presentar un plan estratégico. Llegó la crisis y ese proceso no se pudo llevar a cabo, aunque nos trasladamos de Zornotza a Harrobia, que ha sido uno de nuestros grandes logros”.
Por aquel entonces ya se hablaba de la necesidad de firmar un convenio entre actores y productores, un hito que aconteció el año pasado. “No es un convenio, es un acuerdo de mínimos, pero algo es algo. Y no ha sido fácil, aunque lo que nos separaba eran minucias. Pero en el sector siempre ha habido compañerismo y rivalidad”, abunda Ana Pimenta, la actual presidenta. Olasagasti lo explica: “Muchos pertenecemos a la vez a la asociación de actores y a Eskena, y tenemos el corazón partido”. Y Pimenta matiza: “El convenio existe porque nos lo curramos, sobre todo, las empresas, y se hace para favorecer a los eslabones más débiles”.
Ana Pimenta cogió el relevo de Ortiz de Pinedo en 2011, en plena crisis, y su visión de las cosas es muy severa: “En 2010, regresamos al sálvese quien pueda y tuvimos que negociar nuestros presupuestos a cara de perro. Llegaron los recortes y la estructura de Eskena menguó, prescindimos de empleados y ajustamos los gastos. Fue muy duro. Hubo compañías que pasaron de 80-100 bolos al año a 30. La mía ha sido la época del desánimo en las artes escénicas vascas”.
Olasagasti destapa otra vertiente de la crisis: “En un momento concreto de la crisis, las otras comunidades empezaron a cerrar sus puertas a las compañías de fuera, y en Euskadi fue al revés. Tratamos de disponer cuotas, pero no fue fácil”. Y parece que la cosa no ha cambiado mucho, a tenor de las palabras de Ana Pimenta: “Estamos igual o peor. Esta es la única comunidad en la que aún persiste la fórmula del caché. Somos la Suiza de España para los actores”.
Pero la actual situación de las artes escénicas en Euskadi no es solo consecuencia de la recesión. Hay más cabos sueltos. “Las productoras no tienen espacios de exhibición, y los teatros públicos deberían ser también lugares de ensayo, abiertos a actividades donde pudiera participar la comunidad más próxima. En vez de hacer eso, a la gente se la reeduca para que vaya a ver espectáculos comerciales, con poca carga reflexiva”, denuncia Ortiz de Pinedo, mientras Pimenta apuesta por un teatro que no dé la espalda al público pero que le interpele. “Somos autocríticos y sabemos que hay que cuidar el producto, pero apostamos por un teatro que cree espectadores críticos”, dice.
Los miembros de Eskena coinciden también en que hay que “categorizar las obras” para separar la paja del trigo, “para que el espectador sepa lo que va a ver”, y cargan tintas contra el sistema educativo y contra el Gobierno Vasco. “El sistema educativo no está preparado para activar la creatividad de los estudiantes. La educación de ahora es instrucción, y el teatro no tiene cabida ahí”, se lamenta Camara. También mencionan a Dantzerti, la recién creada Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Euskadi, “ejemplo claro de que nos ningunean, porque lo han hecho dándonos la espalda”, según Olasagasti. “En Musikene hay gente sin titulación adecuada y sin embargo está impartiendo clases. ¿Por qué no se puede hacer en Dantzerti?”, se pregunta Pimenta.
A pesar de todo, insisten en la apuesta de las artes escénicas, y lo hacen porque “te transmiten las emociones en directo”. Una razón de peso.
ESKENA
La conforman 22 compañías. Nueve guipuzcoanas (Ados Teatroa, Agerre, Dar-Dar Produkzioak, Golden Apple Quartet, Hika Teatroa, Tanttaka Teatroa, Taun-Taun, Txalo Produkzioak, Vaiven Producciones); ocho vizcainas (Gaitzerdi, Gorakada, Hortzmuga, K Producciones, Erre-Arteka-Maskarada, Tartean, Simulacro Teatro y Kukubiltxo); y 5 alavesas (Panta Rhei, Teatro Paraíso, Pikor Teatro, Porpol Teatro, Traspasos Kultur).
Hitos:
-En 2014 se firma un pacto laboral entre Eskena y el Sindicato Vasco de Actores. Desde ese momento, se trabaja para conseguir un convenio para todo el sector de las Artes Escénicas en Euskadi.
-Eskena gestiona Harrobia, el centro de producción escénica de Otxarkoaga, inaugurado en 2011. Pueden utilizarlo compañías asociadas o artistas y compañías externas (los asociados tienen descuento)
-Coordina la elaboración de un archivo, financiado por el Gobierno Vasco, que recoge las grabaciones en vídeo de todos los estrenos teatrales.
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