Así será el centro neurálgico de la Línea 3
La actual estación de metro del Casco Viejo registró 6,25 millones de usuarios en 2012. Fue la más utilizada de toda la red. Sin embargo, en los últimos cuatro años el centro neurálgico de la movilidad de las personas que utilizan el suburbano se ha ido desplazando de manera progresiva hacia Moyua e Indautxu. Se trata de un fenómeno en auge, pero que no durará mucho más. La terminal de las Siete Calles recuperará en breve su supremacía. La apertura de la Línea 3 y el final de las obras de construcción del intercambiador que conectará el nuevo trazado con los ramales 1 y 2 le asegurará un indiscutible y duradero reinado.
El Casco Viejo volverá a ser el punto más importante del universo metro a partir de marzo, cuando concluyan las obras y el trazado que unirá los barrios altos de la villa, a lo largo de 5,88 kilómetros y 7 estaciones, se convierta en una realidad. El Gobierno vasco y la Diputación –ambas instituciones financian al 50% el proyecto– esperan que sólo aquí hagan transbordo 10 millones de viajeros cada año. Las máquinas trabajan ahora mismo contrarreloj en la zona de San Nicolás. El acceso al metro por la calle Esperanza lleva cerrado desde febrero.
El diseño del futuro intercambiador está ya definido. Ha sido la última pieza en plasmarse sobre el papel y, cuando se ejecute, será el remate de una iniciativa que ha necesitado siete años de esfuerzo y casi 300 millones de euros de inversión. EL CORREO ha tenido acceso a los planos y las infografías que muestran cómo será este espacio clave y el modo en el que los usuarios se moverán por los diferentes andenes, los de Euskotren y los de Metro Bilbao.
Sin espacio comercial
Los ingenieros han ideado una solución arquitectónica basada en un espacio muy amplio. Una de las razones que llevó a los expertos a tomar la decisión de tirar la vieja estación de Euskotren fue el hecho de que se necesitaban más metros cuadrados para movilizar al elevado tránsito de pasajeros que se espera. Se ejecutó un desmonte espectacular. Las máquinas han ganado una media docena de metros de profundidad para la terminal.
La nueva infraestructura y su espectacular vestíbulo tendrán 22 metros de largo, por 16 de ancho y 12 de altura (como tres pisos). Será un espacio diáfano y luminoso. «Dará sensación de amplitud», aseguran los técnicos.
El aspecto clave será el transbordo. Los trenes de la Línea 3 llegarán a la cota 1 (como si fuera la primera planta), casi al mismo punto que antes lo hacían los convoyes de Euskotren que cubrían la ruta Txorierri-Bilbao. Los usuarios tendrán que descender después por unas escaleras mecánicas o un ascensor al atrio, y de allí al cañón de entrada al metro por San Nicolás. Un recorrido que tendrá una longitud de 80 metros. A paso ligero, se podría cubrir en un minuto o un poco más.
En principio, los clientes en tránsito tendrán que validar dos veces su billete. Pero está previsto que, en la medida que avance la integración tarifaria, se eliminen las dos canceladoras para dejar sólo una, que se ubicaría a pocos metros de la entrada principal. Es decir, los viajeros que procedan de la Línea 3 o vayan a ella desde los ramales 1 y 2 no tendrían ni siquiera que registrar su título de transporte.
Otra de las novedades será la existencia de una oficina de atención al cliente. Un local que compartirán los dos operadores que a partir de marzo gestionarán las diferentes líneas del suburbano. Euskotren y Metro Bilbao trabajarán aquí de manera conjunta. Pese al amplio espacio disponible, no habrá sitio para la actividad comercial. No se ha previsto contar con quiosco de prensa, cafetería ni ningún servicio de estas característic
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