«Queda ‘Machito’ para rato»
La cita telefónica es a las dos de la tarde, hora rumana. Andoni Gago acaba de comer y tiene una hora de relax antes de iniciar el largo retorno desde Bucarest. Charla con EL CORREO con tono tranquilo, que no de resignación. Los hombres, y por ende los verdaderos deportistas, saben reconocer los méritos del prójimo cuando son superiores a los propios. Tras uno de los combates más duros, si no el que más, de su palmarés en el boxeo de pago, con una ceja abierta y un corte en la frente fruto de antebrazos y codos demasiado voladores, «pero sin maldad», al púgil de Otxarkoaga le dolía más haber refrescado el amargo sabor de la derrota, gusto que sólo había catado una vez hasta la noche del viernes.
«Hombre, ahora estoy un poco de bajonazo por la derrota, pero a la vez muy contento porque di la cara en todo momento y demostramos que somos luchadores hasta el final», se arranca el bilbaíno, que tuvo a su gente en ascuas en torno a una pantalla gigante en el corazón del barrio. «Es que Viorel es el número cinco del mundo, un tío muy inteligente que me dejó fuera de mi distancia y con una capacidad para pegar y recuperarse tremenda. Pero a estos niveles, es lo que hay».
Gago cobró demasiadas manos claras en los cuatro primeros asaltos. Algunas habrían derribado un muro. Pero el vizcaíno no es de argamasa. «Sí, al principio le entraron bien pero siempre le demostró que le iba a contestar mano por mano. Como Había lanzado tantos golpes esperábamos que bajara en lo físico. Ese era el plan que me recordaban desde la esquina. Pensábamos en asfixiarle, pero tiene muchísima calidad y sabe medir los tiempos. Fue inteligente, cuando sufrió más y parecía que se iba abajo oxigenó bien y se recuperó».
Esa inteligencia de Viorel Simion quedó en entredicho según avanzaba la pelea. Había pronosticado en la presentación del título Intercontinental de la IBF en el límite de los pluma que iba a tumbar a Gago antes del séptimo round y pareció no concebir que ‘Machito’ continuara en pie, y al final tan fresco como él, hasta la conclusión del duodécimo asalto. Por eso accedió a intercambios de golpes, algunos muy severos por repetición, tanto en las cuerdas como en el centro del cuadrilátero que pudieron pasarle factura en forma de cazada cuando era la única vía por la que podía perder ya que llevaba muy favorables las tarjetas de los jueces. «Fue una faena no cazarle y pudo pasar porque esos intercambios finales fueron muy duros, aunque la verdad es que al final yo me notaba sin explosividad en los golpes, sentía algún tema muscular».
Brazos y codos
Como para que no le pasara factura al de Otxarkoaga el brutal desgaste acumulado. Primero capeando el temporal para después actuar como un autómata que buscaba una y otra vez al rumano, asombrado éste de la fortaleza que tenía enfrente. Los peores momentos para Andoni Gago llegaron en los dos asaltos finales y no porque se incrementara el castigo de Simion. Un lance que el bilbaíno no ha querido ni acercarse a relacionar con la voluntariedad desembocó en un impacto con el antebrazo en su ceja derecha. Se dio cuenta al instante porque la ceja reventó y la hemorragia tiñó su rostro. «Tuve momentos de mucha incertidumbre. Más que por miedo a que pararan la pelea o intervinieran era sencillamente porque me costaba ver por la sangre que me caía. Tuve algunas dudas, no sabía si tirar, si seguir hacia adelante o no porque no acababa de verle bien. Tengo dos cortes muy largos. Él manejaba mucho los brazos y codos, pero todo fue fortuito».
«Me tocaba esta derrota», sentencia Andoni Gago, «pero ya tocará volver a la victorias». Por si alguien tenía duda, «queda ‘Machito’ para rato. Esto no deja de ser un hobby y seguiremos tirando para adelante».
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