Un barrio cerrado a cal y canto
DEIA
ES difícil volver a la normalidad tras la tremenda convulsión del jueves. Por eso Otxarkoaga era ayer un barrio en silencio… triste. La mayoría de las ventanas de las viviendas estaban cerradas y resultaba hasta extraño toparse con más de dos personas por sus calles. Incluso, algo insólito, había pocos coches circulando por sus carreteras. Al ser sábado, los comercios estaban casi todos cerrados, únicamente con el alboroto normal de los dos o tres bares abiertos. Otxarkoaga ayer rezumaba rabia e impotencia por el doble asesinato de Lucía y Rafael.
De hecho, los vecinos han comenzado a tomar sus precauciones poniendo una segunda cerradura a la puerta e, incluso, contratando el servicio de alarmas de diferentes empresas de seguridad. Es el caso de José Ramón, que lleva 46 años viviendo en el barrio. Su padre también vive en la zona y desde el jueves se turna con su hermana para que en ningún momento se quede solo. “Siempre le digo que no abra a nadie, ¡a nadie!”, dice con mucha rabia. Sus ojos brillan porque cuesta contener la emoción al hablar de sus vecinos asesinados. “Tenemos que seguir haciendo vida normal, pero ahora estamos viviendo en alerta. A mi aita le digo que aunque sea el fontanero no abra la puerta de casa a nadie porque todos los familiares tenemos llaves”.
Otxarkoaga está acostumbrada a luchar, a pelear por conseguir mejoras sociales y quitarse de una vez por todas el cartel de “marginado”. Pero ahora, todos sus vecinos tienen los sentimientos a flor de piel. Las pocas personas que deambulaban ayer por la calle portaban un rostro triste. “Estamos todos acojonados. Ahora tendrán que poner más seguridad sí o sí”, dice José Ramón. El propio alcalde, Juan Mari Aburto, anunció el viernes que se incrementaría la seguridad en la ciudad con la incorporación de más agentes a la plantilla y mayor presencia en los barrios. Ayer ya se pudo ver algún coche de la Policía Local, pero este vecino veterano recrimina “la comodidad” que adoptan los agentes. “Deberían de estar patrullando a pie. Si antes iban en parejas ahora que vayan de tres en tres”, propone.
Los vecinos piden que Otxarkoaga se convierta “de una vez por todas” en un barrio más seguro. Durante estos días se encuentran perplejos porque si alguien es capaz de asesinar “lo podría volver a hacer”. Este barrio bilbaino ha sido testigo de muchos robos, “pero hablar de asesinato es otro asunto”.
Mari, otra vecina que regenta un bar del barrio, admite que tiene miedo. “Me quedé helada cuando me enteré de la noticia”, dice con la voz entrecortada. Y, desde el jueves, ha adoptado algunas medidas de seguridad caseras para sentirse más segura. “A pesar de que siempre han pasado cosas en el barrio nunca he tenido miedo. Pero ahora sí lo tengo. Desde el jueves duermo con una luz en mi cuarto porque me da temor quedarme con toda la casa a oscuras”, cuenta.
TRANQUILIDAD Y SOSIEGODesde la Asociación de Vecinos de Otxarkoaga no se cansan en transmitir tranquilidad. “Se ha creado un clima de mucho miedo y es normal. Pero eso a veces es peor porque no deja vivir”, explicó ayer a DEIA Álvaro Pérez, presidente de la asociación vecinal. Admite que muchos de los vecinos han comenzado a poner alarmas en sus hogares, incluso también dobles cerrojos en sus puertas. “El ambiente está enrarecido y se nota la incertidumbre. Por eso hay vecinos que están empezando a tomar medidas”.
Por su parte, Pablo Herrán, presidente de la Asociación de familias de Otxarkoaga, sabe que durante estos días su barrio se encuentra en “shock y muy cabreado”. Saben que es difícil pero de nuevo habla de tranquilidad, calma y sosiego. “En Otxarkoaga tenemos que trabajar mucho. No hay que hacer rehabilitación urbanística, sino una reconstrucción sociológica”, expresa. El barrio de Otxarkoaga destaca porque sus vecinos son personas de avanzada edad. Las “víctimas ideales”, porque son las más indefensas, destaca Herrán.
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