Gago y las deudas saldadas.EL DE OTXARKOAGA SE PROCLAMA CAMPEÓN DE LA UNIÓN EUROPEA DEL PESO PLUMA
Mientras sonaba Gimme shelter de The Rolling Stones, el cielo del Bilbao Arena pedía gloria. Bizkaia tiene una relación muy especial con Andoni, El Machito, Gago. Se lo debe, en cierta medida. El púgil de Otxarkoaga, un tipo bravo, que habla más en el cuadrilátero que fuera, que al son de Los Tigres del Norte mueve el esqueleto en el pasillo al pleiteo, fue el desfibrilador del boxeo en el territorio, lo sacó de un lugar opaco y ahora, los focos, ya ciegan el horizonte. En el skyline del ensogado de pago, Andoni encontró su sitio. Fue la chispa que prendió el camino por el tránsito de la especialidad. A Gago se lo debía. Y lo encontró. Ayer se coronó, por decisión unánime, en el trono pluma de la Unión Europea. Bravo, intenso, resucitado, gigante, en una noria, Andoni fue más grande que el pabellón, que, pelos de gallina, se puso en pie para vitorear todo lo que da en cada una de sus actuaciones.
El combate, dirimido hasta el último segundo, fue duro y áspero para los dos aspirantes, que olieron la sangre, pero no encontraron éxito en la esgrima para cerrar antes del tiempo la batalla. El cinturón se vendió caro. Mereció la pena. La cita fue una auténtica batalla, decidida por las vísceras de Gago y el descaro ilegal de Geoffrey dos Santos. El francés dejó un catálogo de cabezazos y actuaciones fuera de reglamento que desestabilizaron al de Otxarkoaga, cuestión que, obviada por el juez salvo en dos ocasiones manifiestas que fueron sancionadas -y claves-, puso en órbita al de Les Mureaux a medida de que el pleito se ponía largo.
Dos Santos, sin ningún K.O. en su cuenta corriente de once combates, amaneció en el Bilbao Arena con un encaje importante nada más empezar. Gago le abrió la ceja derecha en el primer toque de corneta y la cita quedó marcada. El vizcaino trató de percutir con las combinaciones en la zona dañada del galo, que, duro, supo roer el cuadrilátero para sacar a relucir sus trazas de fajador. Dos zurdazos en el rostro en la segunda manga dejaron patente la realidad de Gago, un peleador bravo, que no contemporiza y que busca inmediatamente el intercambio. No le duelen prendas a Andoni. Ni aunque reciba. Porque lo hizo. Sobre todo, en las contras del francés, que vio los huecos del de Otxarkoaga con la izquierda.
Marcando las distancias entre ambos por un perpetuo y efervescente ramillete de golpes, por uno y el otro bando, el uno-dos en busca de la ceja del francés no tuvo los efectos esperados. A partir del tercer round, la cabeza de Dos Santos se tornó un arma más, un ariete. Aun así, se retrepó en su presencia física y comenzó a crecer. Fue un problema. Si bien El Machito no rehúye la batalla, a partir del tercer paso por la esquina, su adversario se puso contestón y ganó presencia. A raíz del quinto asalto, en el que el francés cogió abajo a Andoni, que las pasó canutas, Dos Santos ascendió. Las fuerzas se igualaron hasta el noveno, la zurda de Dos Santos impactaba en Gago, mientras que el bilbaino, duro, muy duro, imposible de tirar, aguantaba el vendaval con pundonor y arrojo. La veleta viró en el décimo. ¡A fuego! Andoni tiró de agallas. La pelea se puso complicada para el francés. El de Otxarkoaga fue con todo. Abrasó al galo, que tuvo que seguir apañándoselas con golpes en la nuca y agarres para contener el uno-dos de Andoni. El vizcaino tiró todos los golpes que pudo. Por esfuerzo no será. Es un guerrero. El 11 fue suyo. Con las cartulinas igualadas, en el último asalto, un fresco Andoni rompió la baraja y Dos Santos fue sancionado. Los jueces cantaron 112-114, 112-115 y 111-117. Unánimes. El cinturón continental del pluma se queda en Bilbao. Una deuda saldada.
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