Bilbao prueba una piel de plástico reciclado para sustituir el asfalto
La busqueda de soluciones eficientes para ciudades más amigables para el medio ambiente contempla la limitación de vehículos contaminantes a los centros urbanos, pero existen también otras medidas, como las tendentes a eliminar el llamado ‘Efecto isla de calor’, que se define como ‘la situación que se produce cuando las áreas urbanas tienen mayor temperatura que las áreas rurales cercanas«. De hecho, la temperatura media anual del aire de una ciudad con 1 millón de personas o más puede ser de 1 a 3 °C más cálida que su entorno.
En Bilbao se han puesto manos a la obra para intentar reducir este efecto, que según la EPA (United States Environmental Protection Agency)se debe, entre otros factores, a que los materiales oscuros como el asfalto y el cemento en calles y techos de casas retienen más calor que los de color más claro. Además, la tierra en condiciones naturales absorbe lluvia, que es evaporada por los rayos del sol en días calientes y liberada a la atmósfera refrescando el ambiente.
Las islas de calor pueden agravar las olas de calor generadas por el calentamiento global. Además la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) ha advertido que el aumento en la temperatura contribuye directamente a muertes por problemas cardiovasculares y respiratorios, particularmente en las personas mayores.
Para hacer frente a esta situación, en Otxarkoaga (Bilbao) el Ayuntamiento está instalando un sistema experimental que va a convertir el viejo asfalto en una ‘piel de plástico reciclado’ con un sistema urbano de drenaje sostenible (SUDS) sobre una superficie de220 metros cuadrados.
El proyecto denominado ‘Otxarkoaga Auzo Green Factory’, está cofinanciado por el Gobierno vasco y tiene el objetivo de conseguir un suelo permeable. Según explica El Correo, en la parcela en la que se está actuando se ha retirado el hormigón existente, y sobre el terreno se ha instalado una malla geotextil para darle uniformidad. Sobre ella se ha colocado una capa de piezas fabricadas con plástico reciclado. A continuación se extiende por encima un árido, producto de reutilizar residuos industriales inocuos. Y finalmente se pone otra capa similar a la primera, más arena y grava.
El resultado es una superficie compactada que filtra el agua de lluvia y, en parte, la retiene. Por debajo se instaló un sistema de canalización que conduce a un depósito subterráneo de 2.500 litros de capacidad en el que se puede almacenar el líquido que con posterioridad se podría utilizar para usos como el riego de jardines.
Una idea brutal.
Ya se ha probado con éxito en grandes superficies como aparcamientos para vehículos y aunque su uso no esté extendido (aún), seguro que lo vemos entre nosotros en un futuro próximo.
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