Desde Otxar 10
Estoy cansada.
Lo confieso, estoy cansada de tanto mentir. La cabeza no me da para más. Siento el cuerpo acorchado, los miembros como alambres sin tensión, las ideas blandas, la voluntad ausente, la fuerza débil. Estoy tonta, floja, mareada, perdida, hueca, atascada y yerma. Casi no me quedan ganas de vivir. Mis proyectos no tienen ningún futuro. No le intereso a nadie. Toda mi vida es una sucesión de mentiras: mi hombre, mi hija, mi casa, mis inventos, mis viejas, mis comidas, yo misma. Hasta mis dolores son falsos. Voy a tomar un Espirifén.
Todo lo que he contado hasta ahora es mentira. Estoy convencida de que al menos una persona sigue el curso narrativo de mis pensamientos y es por respeto a dicha persona, cuyo verdadero nombre desconozco, por lo que estoy dispuesta a desmontar toda esta farsa. Mucha gente me conoce por fuera, pero por dentro no me conozco ni yo misma. Ya estoy cansada de tanto ya lo sabes, ya lo sabéis, ya lo sabe usted, ya lo sabemos. Mentira. Nadie sabe nada. Me va a ser fácil demostrarlo. Hechos.
Soy una mujer sencilla que vive en Otxarkoaga.
¿Cómo dice? Escucho voz o voces protestando, gimiendo, exhaustas… Basta ya, déjalo, ni mujer, ni sencilla, ni en Otxarkoaga. Qué pesadez. Un poquito de silencio. Escucho muchas cosas, sí, pero prefiero cerrar oídos a todo lo que no sea mi propio torrente, mi avalancha, mi ruido ensordecedor. Soy una mujer. Sencilla. Que vive en Otxarkoaga.
No soy guapa. No soy fea. No me he operado nada, aunque ya va siendo hora. Visto bastante bien. En la calle soy consciente de que los hombres me miran aunque no destaque ni por mi altura, ni por mi pecho, ni por mis piernas. Tengo algo, supongo. No me llamo María.
– ¿Eres mujer de verdad?
– Sí
– ¿Dónde se te puede ver?
– Tomando el vermú en la plaza, de doce a doce y media
Vine a vivir a Otxar porque me enamoré como una tonta de un tipo chano, sencillo se podría decir, a quien yo llamo el hombre. In illo tempore mi ser flotaba penosamente en un mar de dudas y supongo que lo que me sedujo en aquella persona tosca fue su radical incapacidad de albergar la más mínima inseguridad. Conquistó todo mi ser con su parafernalia machota, lanzada, anclada en la ausencia de preguntas. Yo me voy con éste y descanso, así me lo planteé. Pero creo que fui demasiado lejos. Es que cuando me voy de verdad, no controlo, no sé si me voy o me vengo… Si me estoy yendo o viniendo… No sé si se me entiende. ¿No? Vamos, vamos, apertura mental, apertura, que la cosa va de sexo. Hay ciertas cosas que el hombre sabe hacer muy bien. Y, tal y como es él, las hace SIEMPRE bien, a cualquier hora y en cualquier lugar. Y eso, quieras que no, te arregla bastante la vida. Aunque yo sea una persona muy movida, reconozco que existen en este valle de lágrimas ciertos anclajes muy gustosos.
Fruto de nuestra relación, como se suele decir… producto de nuestros polvos, como prefiero decir…
– Te voy a echar un polvo
– Vale
– ¿Te apetece?
– Que sí
nació una niña a quien puse por nombre Iluna. Que se sepa. Iluna significa la oscura. Para cuando se enteró el hombre de la sin par traducción, ya constaba fehacientemente en el registro civil y en el amor de sus abuelos, por lo que no se pudo volver atrás. Me miró raro pero no rectificó. Bueno es él. Iba diciendo… iba diciendo tantas cosas que no sé por dónde seguir. Sí, ya sé. Observo cierta reticencia a lo que estoy pensando ¿Por qué? Seguro que porque me estoy metiendo en un terreno políticamente incorrecto. Hablar de polvos, de nombres filialmente obscenos, denigrar al macho voraz, pasar de la familia… ¿De dónde salió la niña? Pues por eso.
Me estoy dando cuenta de que mi verdadera vocación es ser políticamente incorrecta. Me produce placer, un gran placer. Me relaja las sinapsis neuronales hasta alcanzar casi la afasia. Y eso es lo que yo necesito en este momento. Ya lo verán. Sigo.
Producto de aquellos lodos, digo, me vine a vivir a Otxarkoaga. Y esto sí que fue una historia. Porque Otxarkoaga, cuando estás dentro, parece normal, hasta te acostumbras y todo, lo defiendes…
– ¿Dónde dices que vives?
– En Otxarkoaga
– ¿El barrio marginal?
– Está en un margen de la ciudad, sí
– ¿Lleno de gitanos?
– ¿Y qué pasa?
– ¿Y de pobres, y de viejos, y de emigrantes?
– Oye, guapa, ¿y tú de dónde eres?
– De Indautxu
– Puta pija de mierda
– Ya empezamos con los prejuicios ignorantes…
– ¿Eh? Mira, por no matarte, te invito a mi casa
– ¿A Otxarkoaga? No sé, no sé. ¿Y cómo se va?
– Coge el cero tres
– ¿Qué es eso?
– Un autobús, esos coches grandes donde va la gente apretada
– ¡Uy! ¿Y no puedo ir en coche?
– Tu verás, tú verás, es un barrio marginal, como tú dices
– ¡Uy! ¿Y por qué no quedamos en el Toledo?
– Si pagas tú…
Decididamente me va lo políticamente incorrecto. Supongo que por eso acepté venir a vivir aquí, a los orígenes del hombre. Mi familia no se lo podía creer, pero es que hace mucho que no me creen nada. Siempre he tenido fama de mentirosa. Desde que vivo aquí (unos seis años) no han venido a visitarme ni una sola vez. Ellos se lo pierden. La verdad es que difícilmente encontraría un lugar más agradable para vivir. Es como un pueblo, pero con todas las ventajas de la ciudad. Tranquilo, amable, extraño, divertido, sorprendente, vivo… con una gran cantidad de incorrección política que no le molesta a nadie. Excepto, quizás, a algunas organizaciones de vecinos. El paisaje humano es muy variado y eso, a mí, me descansa un montón. Basta con darse un paseo por la Gran Vía a cualquier hora del día para sentirse asfixiada, con ganas de algo auténtico… un poquito de gitano, por favor, un poquito de chándal. Y te coges el cero tres.
Y continúo con la narración, con el desmontaje de mentiras. Contaba que el hombre se había dejado robar el taxi, el muy imbécil. Pero primero recapitularé un poquito, no vaya a ser que se me pierda la gente.
Soy una mujer sencilla que vive en Otxarkoaga. Vivo del sueldo del hombre. Tengo una hija. Me dedico mayormente a fabricar objetos espía para poder seguir las conversaciones de mis vecinas caminando. Tengo ya varias horas de grabación. Me gustaría poder dejarlas en la caja fuerte de un banco, pero no sé cómo se hace eso. De momento están en un altillo de la cocina, detrás de algunos cacharros inútiles. En dichas conversaciones se palpa el sentir popular. De momento no se las he dejado oír a nadie. Me da un poco de miedo que se saquen conclusiones precipitadas. Que si es una sosada, que si todas la mujeres son unas arpías… Me lo sé de memoria. La gente, en su incapacidad, opina. No digo más.
Bueno, algo más, sí. Resulta que el hombre es un putero y que además tiene tratos con ciertas mafias. Así como lo digo. Me lo sospeché en cuanto empezó a mentirme muy descaradamente con lo del asunto de su coche robado y encontrado apedreado en un descampado de la Peña. El hombre es un asqueroso trapichero. Sin que sirva de precedente consigno a continuación un trozo de conversación capturado a las tres mujeres viejotas cuando acababan de dar la vuelta al poli un día en el que todavía no había amanecido, un día gris, un día triste.
– La que se montó el otro día donde la Cuchi…
– Ah, sí, ¿qué pasó?
– ¿No sabes?
– No me enteré bien
– ¿Y tú?
– Yo algo ya sé, pero explícalo tú
– Pues eso, que por culpa del trapi de Ogoños, casi se matan dos familias. Ya le habían advertido
– ¿Le quemaron el taxi, no?
– Claro, pero anda más rápido, que si voy lenta se me suben los isquios…
– ¿A ti también?
– Sí chica, que me dijo el nuevo dotor…
El resto tiene menos interés. ¿El trapi? ¿El taxi? ¿El hombre? ¿Quemado? ¡Qué le costaba decirme quemado en vez de apedreado! Hay cosas que nunca entenderé. Decidí separarme inmediatamente. No sabía qué hacer con la niña.
SI QUIERE YA SE LA CUIDO YO. VÉNGASE A VIVIR CONMIGO.
Recibí alguna propuesta formal, pero de momento no me he decidido. Auque casi seguro que me separo, porque desde que se lo dije al hombre anda el hombre con una cara de pobre que da asco. Y la niña no me tira mucho… Ya sé que es políticamente incorrecto, que soy mala madre, que patatín chín chín. Pero a mí de da igual. Toda esta puñetera vida no es más que una sarta de mentiras. Y la culpa no la tengo yo.
Resumiendo, que no sé lo que voy a hacer de mi vida. Lo que de momento tengo firmemente decidido es no seguir con esto. Se acabó el hombre. Se acabó la niña. Se acabaron las conversaciones espía por siempre jamás. Se acabó la tele y los aparatos. Se acabaron las mentiras. ¿Seguiré? Depende de que alguien me lo pida.
POR FAVOR, SEÑORA, SIGA, SIGA, VÉNGASE A VIVIR CONMIGO
Esta voz no me vale, por supuesto, un supuesto enamorado huidizo y mental. Yo quiero carne y sangre. Quiero sopa y cuchillos. Quiero brillos y oscuridad total. A partir de ahora firmaré un contrato vacío con algún periódico digital y me dedicaré a escribir acerca de cualquier cosa. Siempre desde un punto de vista políticamente incorrecto, por supuesto. Basta ya de mentiras. Basta con que alguien me lo pida. Una sola persona, un solo comentario añadido.
POR FAVOR… LA AMO
Tú no vales.
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