Desde Otx, con amor (15)
Tengo la buena costumbre de ir a los sitios a escuchar conversaciones. Por ejemplo, cuando entro en un bar, lo primero en que me fijo es qué personas tienen más posibilidades de ser escuchadas, bien sea por el volumen de su conversación, o bien por haber un sitio libre cerquita… Tras el escudriñe inicial (nada, dos segundos) pido la consumición y me sitúo lo más pegada posible a los objetos de mi escucha. Siempre mirando para otro lado, por supuesto, y a poder ser leyendo un libro, no vayan a pensar mal de una. Otra cosa que me gusta hacer, por cierto, es enseñar las piernas y observar cómo miran los caballeros, una y otra vez. Es curioso lo raros que son, seguro que en su casa se hartan a ver películas pornográficas y, sin embargo, en cuanto atisban un cachito de muslo se vuelven tarumbas y no pueden dejar de mirar. Me divierte muchísimo. Pero bueno, no es esto de lo que quería hablar.
Decía que me dedico a escuchar conversaciones, y es la pura verdad. Además es que lo hago casi sin querer, no pienso, llego y atiendo a ver qué dice la gente. Me interesan todo tipo de conversaciones: de más nivel, de menos nivel, de dinero, de trapitos… y hasta de fútbol. Me lo trago todo. Siempre pescas algo divertido, aunque sea hablando de fútbol que, estarán ustedes de acuerdo conmigo, es algo aburridísimo de la muerte.
– ¿Viste los goles que le metieron al Athletic?
– Claro, no sacan a Susaeta…
– Susaeta no es defensa
– Pero desborda
– Pero no defiende
– Claro, no es defensa…
Dirán ustedes: conversación de encefalograma plano. Estoy de acuerdo. ¿Qué tiene esto de interesante para mí? Lo explico. De momento he conseguido el dato de que un tal Susaeta no defiende porque no es defensa, pero que, sin embargo, desborda (¿cómo la leche de la cazuela?). Puede que la siguiente conversación futbolera que pille me aclare un poco más las cosas. Me centraré sobre todo en Susaeta, a ver si voy captando más datos que completen su difícil perfil, y desentraño de paso lo del desborde. Resulta divertido, como una investigación científica. Cuesta encontrar otra conversación acerca de Susaeta, pero por fin la acabas pillando, porque de fútbol se habla sin parar en todas partes.
– ¿Sacó a Susaeta?
– No
– Lástima
– ¿Te gusta el chaval?
– Es el único que desborda
– Pero no todas las veces
– No
Menos mal, porque si desbordara todas las veces, no sé yo qué pasaría con la leche del cazo. Ya tengo el trabajo preinvestigatorio a punto. Ahora viene la conclusión y… ¡al saco con el nuevo conocimiento! Aunque sea de fútbol, sí. Las cosas cuando te gustan, te gustan, y a mí lo del desborde me ha encantado, de verdad. O sea que cruzo descuidadamente las piernas y al primero que hace que no me mira le sonrío y le llamo.
– ¿Quiere usted algo, señorita?
– Si es usted tan amable… ¿Le gusta el fútbol?
– Oh, sí, sí. ¿A usted también?
– Sí, pero no entiendo mucho. ¿Qué es desbordar?
– ¿Desbordar? ¿A qué se refiere exactamente?
– A Susaeta, creo
Le brillan los ojos. Se sienta sin pedir permiso y se pone a hablar. Se ha olvidado hasta de mis piernas, qué pena. De todo lo que me dice deduzco que es un forofo anti-Susaeta. Sus argumentos fundamentales son que está verde (significa que es joven), que no lucha, que no defiende (dato confirmado), que no tiene cuerpo (significa que no es muy grande), que se lo tiene muy creído, que debería chupar mucho banquillo (significa quedarse sentado al borde de lo verde) y que encima es guipuchi. Esto último le parece lo más escandaloso de todo. Yo le digo que sí y le pregunto por el desborde. Opina que no es para tanto lo del desborde. Le digo ¿no, y por qué? Porque siempre no le salen los driblings, me dice. ¿Qué es un dribling?, indago. Me responde que cuando el balón va por un lado, el futbolista por otro y el otro futbolista por el otro lado. O eso creo entender. Comento que me parece algo muy difícil, casi como de magia. Dice que no es para tanto y que lo que importa es llegar al choque. Otro concepto idiota. Digo idiota porque ya me he cansado de esto. Lleva media hora hablando del fútbol como si fueran batallas campales donde se jugara el honor mundial. Perdón, el mundial no, sino uno mucho más importante: el de Bilbao. Y aquí en Bilbao siempre hemos sido muy luchadores. Me levanto, se levanta (educado a antigua), y para fastidiar un poco le digo que creo que Susaeta desborda bastante, que me han dicho que manda la pelota muy bien para un lado mientras el contrario va para otro y él no se sabe para dónde, una verdadera maravilla. Me dice que me han contado milongas y se enfada conmigo. Creo que se huele que le tomo un poco el pelo. Como estoy de pie no puedo enseñarle la pierna para amansarle. Es que el fútbol excita más que las piernas. Vaya frase más bonita que me ha salido.
– ¿Señorita, me está tomando usted el pelo?
– Le juro que mis intenciones son honestas…
– ¡Anda, váyase al guano!
– ¿Se enfada usted porque Susaeta desborda?
– ¡Susaeta no desborda nada y es un mierda de guipuchi!
– Y usted un racista asqueroso, caballero
Me quiere pegar pero no me dejo. Chillo, hago algunos gestillos especiales, etcétera y consigo con facilidad y malas artes que el barman le arree dos tortazos al señor pesado, que se va con una patada de regalo. La concurrencia jalea.
– Muchas gracias, Josito
– De nada. Ya le tenía ganas a ese payaso. ¿Qué te estaba diciendo?
– Que Susaeta no desborda
– ¡Será cabrón!
– Y que estaba muy verde
– Si lo llego a saber le atizo más fuerte
¿Ven ustedes lo fácil que es pasárselo bien? Basta con escuchar un poquito y que se vaya cociendo la salsa (o la leche de la cazuela). De todos modos no pretendía hablar de fútbol, ¡Dios me libre! Traía la idea de comentar algo acerca de la crisis, pero ya no me queda tiempo. Otro día será.
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