Otxarkoaga, historia de una infamia
ARTICULO EN EL DEIA DE LUIS BILBAO LARRONDO
A cualquiera que consulte la profusa documentación sobre Otxarkoaga, le suscitará cierta contradicción, ya que constatará que lo que se vino planteando desde 1959 -año del proyecto del polígono- hasta 1964 -inauguración del poblado- por la propaganda franquista, poco o nada tenía que ver con aquella realidad. Desde un principio se sostuvo que Otxarkoaga nació gracias a la iniciativa del dictador Franco, quien acabó no sólo con el chabolismo sino que además proporcionó viviendas dignas a sus habitantes. Hecho que por insólito que parezca ha seguido siendo sustentado tanto por la prensa como por estudiosos del tema a lo largo de los últimos treinta años.
Si bien esto ha sido así, creo que es del todo necesario dilucidar el porqué, a través de una historia lo más critica y objetiva posible. De lo contrario, ¿qué pueden esperar nuestras futuras generaciones de una historia cimentada y perpetuada tanto en la manipulación como en el engaño? Es evidente que ciertos hechos hablan por sí mismos: finalizada la década de los 50, Bilbao tenía una población en torno a los 290 mil habitantes, de los cuales cuarenta mil vivían en chabolas y más de cien mil en subarriendo. Todo ello confería una primera lectura: el estrepitoso fracaso de las autoridades en proveer de vivienda a los pegujaleros provenientes de distintos puntos de la península y que llegaban a Bilbao en busca de una mejora en sus condiciones de vida.
En ese contexto, las autoridades bilbainas llegarían a clasificar como chabola a toda aquella edificación levantada ilegalmente. Si bien las había de materiales endebles, también las había de ladrillo, de revoque, e incluso edificios de varias plantas de altura. Recordemos que muchos de estos inmigrantes trabajaban en la construcción y se autoconstruían sus propias viviendas con resultados muchas veces sorprendentes. A pesar de subsistir en unas pésimas condiciones porque carecían de saneamientos o de agua corriente, entre otras cuestiones, las autoridades nunca las resolverían, según argüían, por lo costoso que les resultaba.
La estética de aquellas construcciones recordaban a muchas de las edificaciones rurales de sus lugares de origen: Galicia, Extremadura, Andalucía, Castilla… y al estar ubicadas en las laderas de los montes que circundan Bilbao les daba la posibilidad de seguir manteniendo una vida rural con animales y huerta. Además habían invertido en estas construcciones muchas horas y los ahorros de toda una vida. Así que cuando las autoridades les derribaron sus viviendas para trasladarlos a Otxarkoaga el efecto fue traumático.
No obstante, le suscitará una inevitable curiosidad al lector saber cuáles fueron algunas de aquellas razones que han venido siendo si no obviadas sí tergiversadas por el franquismo sobre la génesis de Otxarkoaga. Existía un cierto temor entre las autoridades porque según informes de la Policía, las ideas de los separatistas y de los socialistas todavía seguían vigentes y podían germinar entre los más desfavorecidos, lo que entrañaría una desestabilización del Régimen. Otra de las razones fue la presión que sufrirían las propias autoridades ante las críticas de dos de los pilares en los que se sustentaba el Régimen: la Iglesia y el empresariado bilbaino.
Por una parte, la Iglesia frente al chabolismo y el subarriendo, realizó una campaña que se caracterizó por su dureza, tanto desde los púlpitos como desde La Gaceta del Norte. Incluso con la ayuda que proporcionaban los religiosos y diversas instituciones vinculadas a la Iglesia. Pretendían que sirviera de concienciación del problema tanto a la ciudadanía en general como a las autoridades en particular. Sirva de ejemplo cómo la Iglesia llegó a tildar a los bilbainos de egoístas, poco caritativos y de mirar tan sólo por sus negocios mientras había gente que no tenía ni un techo bajo el que cobijarse.
Por otra parte, para los empresarios con ese moderno Bilbao de los negocios que ofrecían a través del nuevo edificio de la Feria de Muestras, no se sostenía que al lado pudiesen existir esos cinturones de suburbios porque suponía una enorme paradoja y dejaba en evidencia las supuestas bondades del Régimen. Producto de esa presión llegaría el tan aclamado por la propaganda franquista Plan de Urgencia Social del que surgiría Otxarkoaga.
Empero, es preciso enfatizar el por qué fue urdido desde el miedo. Ya no solo era miedo a vivir, obligados por las penurias, a hacerlo como lo hacían, ni por la destrucción de sus alojamientos, sino que se sumaban la lejanía, -dado que iban a vivir a 2,5 km. del centro urbano- y a la incertidumbre, al no saber lo que les iban a obligar a pagar por esas nuevas viviendas. Tenían un profundo temor a ese Plan de Urgencia Social que destacaba por su política represiva y de castigo hacia el inmigrante pues muchos de ellos por no poder demostrar que tenían vivienda podían ser expulsados y devueltos a sus lugares de origen. Y también surgieron los recelos a tener que vivir en unas viviendas que no comprendían por lo extraño de sus distribuciones, producto del choque de una mentalidad rural frente a una mentalidad urbana.
No hace mucho, con motivo de la emisión en el Arriaga del documental titulado Otxarkoaga, su director llego a decir que Franco, cuando lo visionó, le mando repetir ciertas escenas ante la expresión demasiado seria de los nuevos habitantes del poblado. Era obvio que frente a la pretensión propagandística de esa supuesta alegría de los nuevos habitantes ante la generosidad del Caudillo, quedó sin embargo plasmado en sus caras aquel miedo, aquel temor, aquella incertidumbre.
Hemos podido plasmar cómo al régimen franquista le movieron otras motivaciones además de las paternalistas cuando realizó Otxarkoaga. Aquellas gentes que poblarían este polígono de viviendas llegarían provenientes tanto de las edificaciones clandestinas, como del subarriendo o a través de las fábricas que estaban obligadas por ley a proporcionar alojamiento a sus obreros. No obstante, no tardarían en llegar a sufrir aquel despropósito urbanístico porque desde el preciso instante de la terminación de las obras surgirían problemas de toda índole y ante el abandono institucional nacería la Asociación de Familias de Otxarkoaga, que al igual que otras asociaciones vecinales de Bilbao, se convertirían en las autenticas conciencias de la villa.
* Historiador
Que todavía haya gente en Otxarkoaga que se muestre agradecida al Estado franquista por haberles entregado pequeños apartamentos en alquiler, en un gueto a kilómetros de sus puestos de trabajo, con grandes deficiencias constructivas y urbanísticas, no me entra en la cabeza. Sobre todo teniendo en cuenta que con el dinero que generaban esos trabajadores Bizkaia se convirtió en uno de los motores de España. En una situación justa, a esas personas les hubiese correspondido mucho más que aquella limosna con la que se intentó contentarles.