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Bilbao acumula más de 100.000 euros en pérdidas por el robo de cable de alumbrado

Parque de Irumineta. 2.000 metros. 4.000 euros.

El robo de 35.200 metros de cable y otras instalaciones de alumbrado público en zonas verdes y calles de Bilbao ha provocado varios apagones y ha encendido las alarmas en el Ayuntamiento. Las pérdidas acumuladas desde el pasado verano, incluyendo la reposición del material y la mano de obra, superan los 100.000 euros, aunque es en el último mes cuando se han disparado estos delitos. La oleada de hurtos se ha cebado con los parques de la periferia de la ciudad: los de La Peña, Uretamendi, Otxarkoaga y muy especialmente el de Rekalde, que por sí solo concentra daños valorados en 66.000 euros.
El flamante parque de San Antonio, la primera playa verde de Bilbao con hamacas y duchas para refrescarse, fue inaugurado oficialmente el miércoles, pero ya tiene historia. Desde el pasado mes de diciembre, cuando se encendieron las farolas, los ladrones de cobre lo han asaltado tres veces y se han llevado 17.500 metros de cable. Eso supone la mitad del total de material sustraído en Bilbao en los últimos meses y más aún si se cuantifican las pérdidas. Con 135.000 metros cuadrados, es de los más grandes de Bilbao y «lleva una semana de trabajo meter el cableado y los empalmes».
El Ayuntamiento ha presentado varias denuncias ante la Policía Municipal, que ha montado un dispositivo especial de vigilancia. El 'modus operandi' siempre es el mismo. Durante el día, cuando la línea no tiene tensión, levantan las arquetas y cortan el cable. Por la noche, cuando es más fácil pasar desapercibido, se lo llevan. El resultado es que se crean «puntos negros y oscuros» con la consiguiente sensación de inseguridad. «Estamos haciendo un gran esfuerzo por mejorar la iluminación. Invertimos mucho y estos robos hacen que tengamos que destinar dinero a reponer cable en vez de a mejorar nuevas zonas», lamenta el delegado de Obras y Servicios, José Luis Sabas.
Colaboración ciudadana
El concejal ha hecho un llamamiento a la colaboración ciudadana porque «es absolutamente necesario que se dejen de cometer estos robos. Los actos incívicos de esta naturaleza suponen un enorme gasto para las arcas públicas», especialmente gravoso en tiempos de crisis, «y un peligro para la ciudadanía». Esto es aún más grave con los robos de arquetas «porque alguien puede tropezar e incluso caerse», advierte. En el verano de 2008 se denunció la proliferación de estos hurtos y el problema continúa.
Hace un año dejaron sin luz la pasarela de Bentazarra y desde entonces se han contabilizado otros siete incidentes. Una tarde de enero, un vecino alertó de que el parque de Ibai Eder, en La Peña, se había quedado a oscuras. A partir de ahí hubo un periodo de tranquilidad que ha dado paso a una auténtica oleada de robos. En el último mes, los cacos no han concedido tregua al servicio de alumbrado. Han visitado en varias ocasiones el parque de Gaztelapiko, en Uretamendi-Betolaza, y se han llevado como recuerdo 5.700 metros de cable. Al de Irumineta, en Otxarkoaga, inaugurado en abril, ya le han dado la bienvenida, al igual que al de San Antonio. La calle Gabriel Aresti y los caminos de Antxeta y Capuchinos completan la lista de daños.
De los 107.000 euros en pérdidas que se acumulan desde el caso de la pasarela de Bentazarra, 94.000 corresponden al incremento «desmesurado» del último mes, probablemente obra de «gente organizada. Ya se está convirtiendo en el día a día», aseguran fuentes municipales. «Estos robos no estarían de moda si no hubiera gente dispuesta a comprar el material, aunque el daño que causan es desproporcionado para el beneficio que sacan».
La cotización del cobre se desplomó hasta dos euros por kilo el año pasado, lo que disuadió a los delincuentes, pero está volviendo a subir. Ahora se pagan alrededor de cuatro, según empresas del sector. «Con cada nuevo robo nos mandan por fax los datos del material, pero es difícil cazarlos», afirma el responsable de un negocio. Algunos queman los cables con grandes humaredas para despojarlos del plástico, aunque «también se compra forrado».

 

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