NOTICIA «EL CORREO»
UN MAR SIN BARRERAS
Dicen que el contacto con la naturaleza y sus elementos libera el estrés, aumenta la autoestima y mejora el ánimo, o en otras palabras, la salud del alma. Por eso, una docena de jóvenes de entre 9 y 24 años que padecen algún tipo de discapacidad intelectual han realizado una especial terapia en las instalaciones de la escuela de vela de Getxo, que ofrece cursos adaptados de esta disciplina.
Durante 20 horas, repartidas entre el lunes y hasta ayer, han recibido nociones sobre cómo tripular un velero J-80 y han pasado agradables tardes navegando en el mar. En realidad, se trata de un método de apoyo a la inserción en el mundo laboral de los más mayores, aunque ello no implique que ahora vayan a buscar trabajo como patrones de embarcaciones, sino que han recuperado la confianza perdida en sí mismos.
De entre los participantes, 4 padecen el síndrome de Down, y el resto proceden de las aulas de tareas de los institutos de Formación de Elorrieta y Otxarkoaga, y todos han cultivado valores como el espíritu de lucha o el trabajo en equipo.
Los alumnos han estado acompañados por dos monitores especializados en actividades de ocio para personas con discapacidad y por otros tres profesores de vela, entre los que se incluye el director de la escuela local, Jose Luis Otero Iturbe.
En realidad, se trata de la segunda edición del cursillo de vela adaptada que ofrece la Fundación Adecco y la empresa Sun Chemical. «¿Quién preguntaba que si se podía navegar con mal tiempo?», preguntaba ayer Otero a los chavales durante la clase teórica, en la que exhibió un vídeo donde dos regatistas capeaban el temporal.
La coordinadora regional de la fundación solidaria, Montse Izaguirre, asegura que «esta actividad es un símbolo de que se puede combinar el deporte con la actividad social». Izaguirre pretende, no sólo que los chavales se aficionen a los deportes náuticos, sino que cultiven facetas como la generosidad, la solidaridad y el esfuerzo para lograr metas. Según indicó, la experiencia ha tenido resultados muy positivos. Jennifer, una de las participantes, de 19 años, afirmó ayer que «me está gustando mucho. Ya había navegado en el barco de mi aita y se me da bien. Primero hay que subir agarrándote para no caer, se arreglan las velas, se maneja el timón….».
«Se trabaja a otro ritmo»
Su compañero Adán Vila, de 21 años, explicó que «he aprendido a cómo salir de un puerto, la verdad es que nunca había montado en una embarcación. Me lo estoy pasando muy bien, porque nunca había probado este deporte, todo es nuevo para mí». El director de la escuela, por cuyas aulas ya han pasado más de 400 personas, especificó que «en el mar se trabaja a otro ritmo, con paciencia y con tranquilidad».
Según aseguró, y aunque el primer día con estos chavales, como es lógico, fue «algo caótico», sus alumnos ya han aprendido que todo el mundo depende del otro, a prestarse ayuda, a asumir responsabilidades y a compartir.
El reponsable municipal Álvaro González, afirmó que «como concejal de deportes y deportista, creo que el ejercicio físico es una de las soluciones a muchos problemas personales y sociales, como la falta de afectividad, y favorece la integración social de las personas, además de reportar estabilidad física y psicológica».
Por otro lado, aseguró que el Ayuntamiento está abierto apoyar iniciativas similares, por lo que animó a las asociaciones solidarias a remitirle sus propuestas.
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