HABLANDO SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
XIRIMIRI
El día 10 de Diciembre es un día importante para todos. Hace 60 años se proclamó por el organismo internacional de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Llevamos pues 60 años desde ese momento. Pero parece que esto de los Derechos Humanos sea más papeles y palabras que otra cosa.
La celebración de este día de los Derechos Humanos no puede ser cuestión de un día solamente, sino de todos los días del año. Esto nos exige un cambio profundo de mentalidad, sobre todo en las relaciones que llevamos entre nosotros.
Uno de esos derechos se expresa en el artículo 3 de la Declaración: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Este derecho lo expresamos de maneras muy diferentes.
Pero, sin salir de nuestro Estado, en el año 2008, más de 70 mujeres, por la violencia desatada de hombres con los que de una manera u otra compartieron sus vidas, han fallecido; para decirlo de forma más clara, han sido asesinadas.
De modos diversos, pero siempre por la misma causa: por el odio hacia la otra persona, el no permitir que puedan llevar adelante sus propias vidas.
¿Pero qué pasa en la cabeza de una persona cuando mata a otra?
El asesino ya sabe que si le cogen, pasará un buen número de años en la cárcel. Pero tal y como están las cosas, ¿qué vivirá en la cárcel en la que va a pasar tantos años? No creo que consiga nada bueno, no lo creo. Apenas nadie pasará mucho tiempo examinando la personalidad del asesino y viendo los pasos que va a tener que ir dando para pensar y vivir de manera diferente a la que le llevó a la cárcel.
El sistema carcelario no consigue nada sino el deshacer las vidas de las personas que se encuentran dentro de ellas. Por eso, cuando salen de la cárcel, volverán a tener, en la mayoría de los casos, las mismas formas de actuar que las que tuvieran antes de entra en esos lugares malditos. Y esto es debido a que no han aprendido nada nuevo para no volver a las andadas.
Pero algo habrá que hacer para que esos comportamientos vayan teniendo menos posibilidades de producirse. Y si en nuestra sociedad, en nuestras familias, no se profundiza en una nueva forma de educar, basada cada vez más en los valores y derechos humanos, no conseguiremos nada.
A modo de ejemplo: ¿En cuantas parejas, casadas o no, está metido el dominio, la superioridad del uno (normalmente el hombre) sobre el otro? ¿Cuántas veces no oímos “no le dejo hacer esto o lo otro”? Y mientras se mantengan estas formas de actuar no conseguiremos avances en el hacer realidad ese tercer artículo de la Declaración de los derechos Humanos.
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