Otxarkoaga: 50 años de reivindicaciones ciudadanas
Otxarkoaga surgió como una repetición de la segregación social que se vivía a finales del siglo XIX en Bilbao. Por esa época, aquellos que a duras penas conseguían lo necesario para su sustento se veían relegados a vivir en lo que se llamaban los barrios altos de Bilbao. Desde Begoña hasta Atxuri, sin olvidar San Francisco, se agolpaba un elevado número de población que carecía de unas infraestructuras básicas a lo que se añadía una segregación social cuyo fruto no era otro que la marginalidad.
En la segunda oleada industrializadora de mediados del siglo XX, la ingente llegada de inmigrantes a Bilbao no estuvo acompañada en sus primeros momentos de una adecuación de las infraestructuras urbanas de la villa. Como consecuencia de los altos precios de los alquileres y un sector de la construcción anquilosado y con nula construcción de casas baratas, muchos de los recién llegados estaban abocados al chabolismo. De este modo surgieron poblados chabolistas en los montes cercanos a Bilbao. Los núcleos más importantes fueron el Monte Banderas, Los Caños, Ollargan, Hirsuta y la Campa de los Ingleses.
Claro, la pregunta es que cómo fue posible la proliferación de estos núcleos chabolistas sí la ley lo impedía. La respuesta es sencilla, por un vacío legal las autoridades no podían derribar las chabolas ya levantadas, por lo que la picaresca hacía de las suyas y la gente construía sus hogares de noche. Una vez construidas las chabolas ninguna fuerza legal podía echarlas abajo.
La imagen de un Bilbao, modelo del paradigma del desarrollismo español de los sesenta, se empañaba con un reguero de infraviviendas colgadas de los montes que rodeaban la villa. Semejante espectáculo no pasaba inadvertido a la mirada de los visitantes y cuenta la leyenda que, menos aún, a la mirada del Jefe del Estado, Francisco Franco. Hay varias versiones, endulzadas por la propaganda de la época, de cómo Franco en una de sus visitas a Bilbao en 1958, al ver las chabolas que se extendían por las proximidades de la villa indicó que se paliase de inmediato esa situación y se diera viviendas dignas a los obreros. Esta es la versión oficial, pero no hay que olvidar otros factores que confluyeron también en la erradicación del chabolismo de Bilbao. En primer lugar, potenciar el sector de la construcción que andaba de capa caída, y de paso, dotar de empleo a un número cada vez mayor de inmigrantes que comenzaban a colapsar la oferta laboral.Razones propagandistas u ocultas aparte, lo cierto es que por el Decreto de 5/9/1958 se regularon los planes de Urgencia Social para Vizcaya. En estas disposiciones se preveía la construcción de 4.000 viviendas subvencionadas. En poco espacio de tiempo se realizaron los proyectos de construcción y en 18 meses, entre 1960 y 1961 se construyeron 3.676 viviendas, en régimen de alquiler, que darían cobijo a 15.725 personas. El lugar escogido para elevar estas viviendas fue el paraje denominado Otxarkoaga, en la ladera del monte Abril, próximo a Bilbao.
La elección de este lugar para la construcción del “Poblado Dirigido de Ocharcoaga” no estuvo exenta de críticas. Para unos, era un modo de marginar a un sector muy específico de la sociedad en un enclave que quedaba escondido a la vista de la villa. Además, entre este nuevo poblado y Bilbao mediaba el descampado de Txurdinaga. Sin embargo, para la propaganda del régimen suponía la habilitación social de los menos favorecidos.
Las viviendas se entregaron a partir de 1961 y en 1963 el Instituto Nacional de la Vivienda trasladó la propiedad del poblado al Ayuntamiento de Bilbao. Para la construcción de estas viviendas se tuvo en cuenta el principio de dar alojo al mayor número de personas en la superficie mínima exigida por el Ministerio de la Vivienda para este tipo de construcciones subvencionadas. Se construyeron seis tipos distintos de viviendas, todas ellas con cocina, comedor y un número de dormitorios que variaba desde dos a cuatro. Estas viviendas se alzaron en grandes bloques de doce pisos y otros de cuatro, sin una urbanización previa del terreno, es decir, con excepción de la calle principal y única, los accesos a los diferentes bloques de viviendas estaban sin asfaltar y las aceras sin construir. Un vecino de Otxarkoaga sabía en qué bloque vivía y en qué piso, pero no tenía una calle en la que decir dónde vivía.
En 1963 comenzaron a aparecer los problemas en las infraestructuras de las viviendas. La utilización de materiales de mala calidad a lo que, según algunos, se añade la poca pericia de los operarios que las construyeron, dio como resultado un corolario de quejas de los vecinos por problemas de humedades y goteras. Este descontento entre los vecinos se encauzó a través de la creación de la Asociación de Familias de Otxarkoaga. La actuación de esta agrupación se centró no solo en pedir la mejora de sus viviendas, sino que fueron más allá en sus reivindicaciones, adentrándose en una vertiente social que el régimen no estaba dispuesto a permitir.
En 1964, el Jefe del Estado tomó parte en la inauguración del “Poblado Dirigido de Ocharcoaga”, con toda la cohorte de representantes políticos de otros poderes fácticos de la época. Aún así, las reivindicaciones de los vecinos para las mejoras de sus viviendas caían en saco roto y los enfrentamientos con el Ayuntamiento de Bilbao y el Ministerio de Obras Públicas eran continuos. El acuerdo entre todas las partes no llegó hasta 1986 y se dio paso a las reformas necesarias de mayor envergadura. Previamente, estas obras de reparación habían comenzado en 1981 con la mejora de fachadas, portales y escaleras y, en 1984, se inició el proceso de urbanización, con sus consiguientes calles y aceras.
Las necesidades de los vecinos también pasaban por los equipamientos culturales y por la construcción de instalaciones deportivas. En 1985 el Ayuntamiento dio visto bueno a la construcción de una serie de locales para la práctica del deporte. En cuanto a las actividades culturales, en 1987 se inauguró el Centro Cívico, cuya labor organizando las más variadas actividades ha sido un revulsivo para la actividad cultural de Otxarkoaga y un ejemplo para los otros barrios de Bilbao.
Mientras tanto, la degradación del barrio no sólo se restringía al ámbito habitacional y urbano. Desde el punto de vista social, a partir de la década de los 80, Otxarkoaga se convirtió en un ámbito de lucha entre sus distintos habitantes ante los problemas surgidos por la venta y el consumo de drogas. Mientras distintas iniciativas ciudadanas tomaban medidas para hacer frente a esta situación, muchos de los miembros de una generación perdían la vida por el consumo de la heroína y por sus secuelas. Otxarkoaga se estaba constituyendo en un gueto a donde nadie quería ir a vivir.
Una década después el Ayuntamiento de Bilbao ofreció la posibilidad de adquirir sus viviendas a los inquilinos. Esta venta, unida a la política de adjudicación de las viviendas en alquiler, provocó que muchos de los hijos de los vecinos de este barrio tuviesen que marcharse a vivir fuera ante la imposibilidad de seguir viviendo en él.
Las reformas y urbanización del barrio continuaron. Además de poner ascensores, se construyó un aparcamiento subterráneo, se mejoraron los jardines y la iluminación, al igual que los accesos a través de calles y aceras asfaltadas.
A pesar de la mala prensa que ha tenido Otxarkoaga, hoy en día es el barrio de Bilbao con el menor índice de delincuencia. Junto a Txurdinaga forma parte del Distrito 3 de la capital vizcaína. Los estudios comparativos entre estas dos entidades, Otxarkoaga y Txurdinaga, muestran la diversidad existente entre ambos. Mientras que Txurdinaga surgió como una expansión natural del populoso barrio de Santutxu y, por ello, manifiesta una dinámica más paralela al resto de los distritos de Bilbao, en Otxarkoaga los datos nos remiten una y otra vez a su origen de poblado dirigido. La proporción de habitantes nacidos en la Comunidad Autónoma Vasca, el nivel de estudios, el número de desempleados y su proporción según el género, los sectores económicos a los que se dedican y los mismos resultados de las elecciones revelan la idiosincrasia de un núcleo poblacional que se define con unos criterios de determinación propios. Este sentimiento de cohesión permite a los habitantes de Otxarkoaga tener una mayor unidad de acción a la hora de defender sus intereses.
Otxarkoaga
Todavía queda camino dentro de las reivindicaciones vecinales. Dentro del ámbito social y educativo las quejas se dirigen a la política del ayuntamiento encaminada a asignar viviendas de protección oficial a familias con mayor problemática social, con el consiguiente peligro de degradación del barrio. Los vecinos denuncian que estas medidas han llevado a una cronificación de las personas que reciben prestaciones sociales. Desde el punto de vista urbanístico, se sigue denunciando las dificultades de los descendientes de los vecinos para instalarse en el barrio, los problemas derivados de humedades, la falta de ascensores, la carencia de espacios verdes y de aparcamientos. Y, para finalizar, desde el ámbito del empleo, las denuncias se centran en la elevada tasa de desempleo, el bajo nivel educativo de las personas desempleadas y las diferencias de género en cuanto a las tasas de inactividad con la consiguiente feminización de la pobreza.
Con esta realidad aborda Otxarkoaga el 50 aniversario de su construcción. Ha sido un dilatado proceso de búsqueda de la normalización social frente a un punto de partida segregacionista. Del poblado dirigido, construido para esconder las vergüenzas de Bilbao a propios y extraños, pasando por la degeneración urbanística y social, se ha llegado a consolidar un barrio que a pesar de sus carencias ha sabido hacer frente a sus reivindicaciones en buena medida gracias a la iniciativa ciudadana.
Últimos comentarios