Mil alumnos faltan a clase en Bilbao
El Ayuntamiento de Bilbao ha reforzado el control del absentismo escolar con una aplicación informática que permite ganar tiempo y actualizar permanentemente la información. El sistema se puso en marcha el curso pasado y la primera radiografía arroja una tasa del 2,93%. De los 35.000 alumnos de entre 3 y 16 años matriculados en la ciudad, un millar faltaron a clase de forma más o menos continuada. Las ausencias se reparten por igual entre niños y niñas y entre los ciclos educativos, con un 40% de los casos en Primaria y un 39% en Secundaria. En cambio, hay diferencias significativas por distritos, ya que Otxarkoaga-Txurdinaga e Ibaiondo concentran el 70% del total.
No se trata de hacer pira un día cualquiera ni de escabullirse de la clase más incómoda. Quienes figuran en este registro acumulan más de un 20% de faltas sin justificar a lo largo de un mes. El registro informático supone avanzar un paso más en el programa para garantizar el derecho a la educación en Bizkaia impulsado por el Gobierno vasco, la Diputación y Eudel, que según sus responsables ha servido de ejemplo para otros territorios.
El sistema se ha puesto en marcha «tras mucho depurar» para cerciorarse de que garantiza el respeto a la protección de datos. Ibone Bengoetxea, concejala de Cultura y Educación en Bilbao y presidenta de Eudel, explica que el objetivo es manejar información «tangible y fiable» sobre un problema que puede ser síntoma de «desajustes estructurales que afectan a los menores y sus familias». De este modo se refuerza la labor preventiva y se agiliza la intervención de los diferentes profesionales implicados. El primer eslabón de esta cadena es el equipo de mediadores que trabaja para el Ayuntamiento de Bilbao, once educadores que se reparten por todos los distritos.
Las alertas saltan con rapidez ante los pupitres vacíos. «Hay institutos que tienen un sistema de avisos al móvil para comunicárselo a los padres», explica Javier Etxeguren, coordinador del programa municipal de vigilancia y control. Los mediadores hacen de puente entre los dos mundos donde se desarrolla la vida del menor, la familia y la escuela. En realidad, advierten, no es fácil separar los aspectos personales y sociales del alumno de su rendimiento académico. Cada vez que se detecta un caso se abre un registro con información sobre el afectado y su familia. Importa recordar, por ejemplo, si tiene otros hermanos absentistas.
Los mediadores se reúnen con los alumnos en la calle o en la plaza donde pasan el rato, hacen visitas a su casa… actúan en diferentes escenarios, aunque siempre intentan que los padres se desplacen al colegio para abordar este problema. Es un primer paso. «En Primaria la absentista es la familia», recuerda Etxeguren, que detrás de las ausencias continuadas ha encontrado «problemas de carácter social o de salud mental» de los progenitores. Aunque la educación sólo es obligatoria a partir de los seis años, también se cubre la franja infantil con el fin de prevenir abandonos. La tasa de absentismo en esta etapa es del 21%.
En edades tempranas, la labor de los mediadores es más de «vigilancia en positivo», mientras que en la adolescencia son los conflictos personales de los chavales los que pasan al primer plano. En el grupo de los absentistas, los inmigrantes son minoría -24%- y llaman la atención las diferencias entre barrios. El 37% de los casos detectados en Bilbao se concentran en Otxarkoaga y Txurdinaga, y el 32%, en Ibaiondo. La menor incidencia se da en Uribarri, Deusto y Abando, que se sitúa a la cola con un 2,4% del total de los expedientes.
Del mediador a la Fiscalía
En conjunto, el curso pasado se registraron en Bilbao casi 7.000 actuaciones, una media de siete por caso, para llevar a los alumnos de vuelta a las aulas. Contactos directos, llamadas y reuniones en las que a veces participan otros recursos como los servicios sociales de base u Osakidetza. Según las conclusiones del informe, el 35% de los casos de absentismo ha sido corregido durante el curso, lo que supone que los chavales ya no aparecen en la lista de faltas durante el último trimestre. Los expertos sostienen que, aunque hay procesos largos y con recaídas, la mayoría acaba regularizando su asistencia a clase.
Si las ausencias persisten, el Ayuntamiento envía una citación a los padres para obtener un compromiso firmado de que su hijo irá a clase con regularidad. Para los casos más graves hay un tercer escalón. Se derivan al Departamento de Acción Social de la Diputación, si existen indicios de desamparo, o a los inspectores de Educación. Cada una de estas autoridades abre alrededor de quince expedientes al año relacionados con el absentismo escolar en Bilbao. Los servicios forales se hacen cargo de las situaciones de desprotección y el Departamento de Educación alerta a la Fiscalía, que denuncia a los padres y hace un seguimiento. El Gobierno vasco asegura que la apertura de diligencias hace reaccionar a la mayoría de los progenitores, y sólo los casos extremos llegan al Juzgado de Familia
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